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Su mano se apretaba con tanta fuerza alrededor de la pulsera que sentía la plata presionar contra su piel. Sentado en su cama, con la mirada fija en la ventana, Rabastan no podía dejar de pensar en las palabras de Hayley.

Algo habían removido dentro de él. Eran verdad, tal vez aquello era lo que le molestaba. Que lo conociera tanto, que supiera tanto de su vida sin necesidad de haberle contado. Habían pasado tanto tiempo juntos, peleando o estudiando, que era casi imposible que la chica no lo conociera al menos un poco. Le gustaba cuando él podía meterse debajo de su piel, no al revés.

Hayley era muy transparente, en primer año no le costó mucho adivinar que era una chica alegre, optimista y trabajadora. Ahora estaba mostrando su lado ambicioso, aquel que quería conseguir todo lo que un alumno podía conseguir en sus años de Hogwarts. Estaba demostrando por qué el sombrero había dudado tanto sobre a qué casa pertenecía.

No estaba muy seguro de si le gustaba mucho ese lado. Hayley se enojaba siempre con él, pero reaccionaba muy tranquila. Esta vez había conocido qué pasaba cuando traspasaba su límite. Podía ser tan venenosa e hiriente como él, incluso más. No le agradaba verla de esa forma, fastidiada era divertida, pero enojada de esa manera lo había incomodado.

¿Quién se creía que era esa traidora a la sangre para tratarlo así?

La puerta se abrió, permitiéndole la entrada a su mejor amigo. 

—¿Qué haces? Te estábamos esperando para ir a almorzar —le dijo, notando en su mano la joya—. Longbottom está buscando eso por todos lados. ¿Por qué aún no se la has devuelto? Dijiste que ibas a quedártela un rato y te la quedaste todo el verano.

—Lo sé —respondió, distante—. Iba a devolverla, pero lo olvidé.

—¿Qué te sucede? —preguntó.

Rabastan se levantó, molesto.

—¿Quién se cree que es esa Longbottom? —espetó—. Se va a arrepentir de haberme tratado así. A mí ninguna traidora de sangre va a levantarme la voz, ni a tratarme de esa forma tan... altanera. Como con superioridad.

—Así la tratas tú a ella.

El ojiazul asintió. Estaba al tanto de aquello, pero mucho no le importaba. Porque él era superior.

Hayley tenía un lado ambicioso y, aunque odiara admitirlo, cualidades para ser una buena líder. Él necesitaba tratarla así, mal, para que sacarle de la cabeza esa tonta idea de ser premio anual porque sabía que si se lo proponía, podía conseguirlo, y no quería compartir torre con ella el año siguiente.

Rabastan estaba conociendo aquella parte de la personalidad de la chica, al igual que los rasgos crueles y desdeñosos. Debía admitir que le gustaba más la parte dócil y doblegable de Longbottom. Aquella que enfrentaba los insultos con el rostro rojo del enfado pero en silencio.

HATE [rabastan lestrange]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora