Hubo algo en su muerte que la llevó a reflexionar en sus últimos segundos de vida, cuando el fuego se rodeaba a su alrededor, brasas de calor besaban su piel, quemando su carne, en medio de su muerte se preguntó.
¿Por qué los dioses habían sido crueles con ella?
Vio esto como un acto de misericordia por todo lo que había perdido, empezando por sus hijos, sus adorados niños que le habían sido arrebatados uno a uno de sus brazos, le habian quitado la calidez de sentir sus cuerpos abrazándose a ella. Uno a uno se fueron. Llevando consigo su felicidad, sus momentos y parte de ella.
No encontró el valor para dirigir una última mirada a su hijo, su Aegon, lo único que la mantuvo firme, un niño al que ahora no podía proteger de verla morir, tuvo que ahogar el llanto al pensar en lo que sufriría su niño, luego de ella. Había hecho tantas cosas mal, pero jamas pensó que merecía esto, lo único que siempre quiso fue ser una digna heredera de su padre, demostrar que no necesitaba ser un hombre, pero reconocía que había sido débil al ocultarse tras su padre en lugar de luchar ella misma.
Estuvo dispuesta a renunciar al trono, a hacer un trato, pero le quitaron a su única hija, y luego le arrebataron cruelmente a su dulce niño y festejaron su muerte, se burlaron de ello, de su dolor como madre, lo pisotearon como si fuera nada.
Mientras ella se ahogaba en llantos del dolor más puro, quiso abandonar todo pero luego recordó que si lo hacía sus demás hijos tendrían el mismo destino que su amado Lucerys. Por ello fue valiente y continuó.
Poco después, cuando aún el dolor de la pérdida seguía latente en ella, fue el niño que la convirtió en madre y la llamó Muña por primera vez, Jacaerys, le fue arrebatado en una brutal batalla donde las flechas atravesaron el cuerpo frágil de su hijo, eso la endureció y sufrió su pérdida como nadie lo imagina, con su corazón sangrante y agonizante, exigiéndole parar su sufrimiento, luego fue su bebé Viserys, después su querido y valiente Joffrey, cada una de sus muertes la llevaron al borde del abismo, la agonía parecía interminable.
Recordó todo, cada cosa que tuvo que sufrir, la cantidad de muertes que sufrió su corazón, el inmenso dolor que tuvo que pasar, la agonía de vivir sabiendo que sus hijos no estaban más con ella.
Ahogada en maldiciones y gritos de dolor, pidió perdón a los dioses a todos sin excepción alguna y en palabras último deseo pidió una maldición sobre Aegon y la protección de su hijo. No importaba nada más.
Sus ojos se cerraron por fin, cayendo en ese profundo pozo de oscuridad, donde esperaba encontrar paz, guardaba la vaga esperanza de ver a sus hijos, darles un abrazo, un beso y pedir perdón, de ver a Daemon, a todos los que había perdido y amado. No supo lo que pasó después de eso, no se supone que tenga que saberlo. No había más dolor. No había más quemaduras.
La muerte le había quitado cualquier tipo de dolor físico era una lastima que esa paz no haya tocado su endurecido corazón que seguía sangrante y anhelante de volver a probar la calidez.
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Sintió el suave pasto bajo sus pies, con la mente confundida abrió los ojos, frente a ella, todo era tranquilidad, vago un poco por un hermoso campo, todo era tan pacífico, hasta que se topó con algo inusual.
Un espejo, cuando se acercó había un espejo frente a ella, se vio a sí misma en distintas etapas de su vida.
Una niña. Una mujer. Una madre. Una Reina.
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The dragon princess
FanficEl dolor que pasó, no se lo deseaba ni a su peor enemigo. La muerte sería el consuelo entre todo su dolor. Sus hijos, su trono, su padre, su esposo, todo lo que alguna vez amo se lo habían arrebatado con crueldad en una guerra dada por las ambicione...