Capitulo diez: Alicent III

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Los pasos apresurados de las doncellas y del Maestre Mellos resonaban en armonía con el llanto de Daeron, este día apenas estaba comenzando y Alicent ya tenía muchas ganas de que acabara; se movió hasta la ventana con Daeron sujetado a su cuello y cadera, lo hizo rebotar suavemente. Había estado llorando desde antes que salga el sol. El Maestre no podía explicar el motivo y ella ya se estaba hartando.

Estaba en camisón, con su hijo llorando y gritando, lo peor de todo es que no deseaba desprenderse de ella.

—Majestad —volteó a ver al Maestre esperando que le diga: Dele esto.

Porque ya no podría soportar una hora más del llanto.

—Espero que ya sepa que le pasa al príncipe —para su infortunio el hombre negó.

—Pero he enviado a una doncella para informar al Rey. —cansada y molesta por no haber sido consultada antes, se dio la vuelta y volvió a tratar de calmar a su hijo.

Pasaron unos momentos antes de que Viserys junto a Lord Hand ingresen, en cuanto los anunciaron, ella le entregó a Daeron a Talya y tomó a dos doncellas para que le ayuden a vestirse, no podía dejar que la vean en camisón.

Escuchó voces, mientras la arreglaban, así que pidió que se dieran prisa, cuando salió estaba usando el vestido más sencillo y recatado que había en sus posesiones, con un peinado simple y sin joyas porque tal parece este día estará confinada a sus aposentos.

—Mi Rey, Lord Hand —saludó parándose junto a Talya.

—Alicent, estaba por preguntar donde estabas —por supuesto que si.

Viserys tenía a Daeron en sus brazos y lo mecía suavemente, aunque no lo miraba. Ahora el llanto había cesado solo a sollozos, eso puede que sea por irritación en la garganta, sea como sea, lo agradece.

—¿Alguna solución Maestre? —la mirada de desaprobación se hace aún mayor en Lord Hand cuando el Maestre Mellos niega.

—¿Dice que no tiene nada? —pregunta Viserys con molestia, mirando al viejo hombre

—No, mi Rey—Mellos mueve las manos nervioso —. Estoy haciendo todo lo que esta en mis manos...—sus palabras se cortan cuando la mirada de Viserys se vuelve dura—pero esto, no hay nada que yo pueda identificar, mi Rey.

—¿No hay dolor, ni síntomas? —la mirada de Lord Hand, hace temblar al Maestre. Mientras ella observa en silencio.

—No, nada.

La reina suelta un suspiro se cansancio, ha tenido que escuchar lo mismo durante horas, llegando a la única conclusión posible: Mellos es un inepto.

—De acuerdo —Alicent tiene ganas de gritar ante la respuesta sencilla de Viserys—, entonces es algo más —claramente es algo más; piensa mientras mira a su esposo, Viserys acomoda a Daeron en su hombro y frota la espalda del niño que aún está temblando, hay una mirada pensativa en su rostro—. Voy a probar algo, llamen al jefe de guardianes.

—De inmediato mi Rey —Lyonel Strong sale de los aposentos a cumplir con la orden.

—¿Guardianes? Para que vendrían esos hombres aquí. —pregunta acercándose para quitar a Daeron de los brazos de Viserys.

—Solo estoy probando algo, querida esposa, no te pongas nerviosa. —para él es fácil decirlo, no fue quien tuvo que convivir con esos hombres tres días en lo que, esa bestia azul estuvo con su hijo. Le lanzó fuego más de una vez.

Felizmente pudo logar que la saquen en pocos días.

Daeron vuelve a llorar en sus brazos, así que lo hace rebotar suavemente e imita la posición en la que Viserys lo tenía.

The dragon princess Donde viven las historias. Descúbrelo ahora