Capitulo quince: Alicent IV

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El año 116, avanzaba con rapidez y ella se estaba quedando atrás, no podía dejar que las atenciones de la princesa, siguieran extendiéndose o perdería a aquellos que llamaba aliados y abogaban por los derechos de sus hijos.

Su padre, esperanzado en que sus negocios funcionen, se estaba cegando a la realidad creyendo que unas cuantas palabras y promesas serán suficientes para ganar su lealtad. Era tonto, y ella también lo estaba siendo al poner sus esperanzas en él.

"Solo debes seguir desacreditando el nombre de la princesa."

Estupideces, su padre no tenía idea de las cosas con las que tiene que lidiar, piensa que es sencillo ensuciar su nombre y salir sin consecuencias. Viserys no le daba tanto poder.

—Mi reina, tal vez si infiltramos a un espía.—sugirió Larys

—¿Y cuanto tiempo pasará antes que lo note? —preguntó sarcástica.

Larys creía que era tonta, ella ya hizo eso. Rhaenyra se encargó de enviarlas a un puesto, al servicio de ella pero muy alejado de sus confidentes y su corte, como costureras.

—Según entiendo, desean su sangre en el trono, ¿no es así? —ella resopló y se sirvió una copa de vino.

—Es derecho de Aegon, reinar.

—¿Pero no es más importante prevalecer? —Alicent lo miró interrogante —, una vez propuso que el joven príncipe Aegon se casara con la princesa.

—Viserys se negó, dijo que había mucha diferencia de edad. —ella se sentó mirando a Larys esperando que prosiga.

—Si, diez años son muchos —dijo sonriendo y mirándola, ella se llevaba lo mismo con Viserys.

—Es diferente, Rhaenyra necesitaba hijos pronto, Aegon no podría dárselos. —se apresura a defender.

—Si, cierto —murmura Larys —. Pero ahora ya los tiene, el príncipe Jacaerys...

—El bastardo —suelta ella

—Al que acusamos, si. Ambos sabemos que no es importante —ella asintió

—Algunos lo creyeron, así que fue un buen plan —sonríe y bebe un poco de su copa —. Debo decir que el nacimiento de su otro hijo, solo consolidó mis rumores.

—Así es, fue una victoria —asevera Larys —. Sin embargo a lo que iba, el príncipe Jacaerys, tiene dos años y su hija, nuestra princesa tiene siete, son solo cinco años.

—Quiere que case a mi hija, con su hijo —afirmó y procuró no mostrar su disgusto en el rostro y sopesar la idea.

—Tendría lo que quiere, su sangre en el trono.—apunta Larys, mientras toma su vino.

—Pero Rhaenyra aun sería Reina —dijo con fastidio —. Casar a mi hija con su hijo, solo consolidará su reclamo al trono.

—O el del príncipe Aegon —comienza Larys —. Tener a su hijo, atado a la princesa Helaena podría hacer que se rinda.

—¿Crees que dejará a su hijo venir aquí solo?—se burla ella, que ingenuo si pensaba eso.

—Creo que si el Rey ordena que los niños se conozcan y usted logra que Helaena enamore al niño, podríamos tener un rehén valioso —asegura Larys. —. Suponiendo que aún desee que el príncipe Aegon reine.

Y si, razón no le falta, Viserys seguramente querría que los futuros esposos se conozcan, Rhaenyra no tendría otra más que venir constantemente, si él niño se enamora de Helaena, podría hacer que su hija escriba una carta cuando Viserys muera pidiendo que venga, o ella misma podría hacerlo. Si. Una matrimonio seria una gran táctica contra Rhaenyra, podría rendirse pacíficamente y los Velaryon no tendrían otra más que seguirla por la seguridad de su nieto.

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