El sonido de las risas de Jacaerys, invaden la guardería, Lucerys grita de emoción, al ver a su hermano tratar de imitar a su padre. Rhaenyra se deleita con la imagen, para olvidar, el hecho de que esta es la tercera petición, que recibe de su padre.
El rey, no está dispuesto a aceptar un "no" como respuesta, e insiste que debe regresar a la corte, alegando que allí estaría más segura. Desde que Lord Corlys, envió el informe de reanudación de la guerra por los peldaños de piedra y el control del Mar estrecho, su padre no ha hecho más que enviar cartas hablando de lo mucho que se la extraña en la corte.
Ahora incluso, pide que Daemon y Laena, vayan con ellos, ofreciendo a su tío, el regreso de su puesto como Lord Comandante de la Guardia de la Ciudad, hasta ahora, ninguno ha respondido a tal petición.
Pero ha estado inquieta, hace dos lunas, Lord Corlys navegó y no han tenido noticias, Rhaenyra teme que tal vez, necesiten de Laenor, antes de lo planeado.
Y solo confirma sus temores, un par de días después, cuando la princesa Rhaenys, aparece con una misiva, donde se informa que han perdido terreno y necesitan del jinete. Laenor tiene una semana, antes de partir a la guerra. Y a Rhaenyra, no le queda otra más que aceptar la petición de su padre, afortunadamente no está sola, porque Daemon y Laena, irán con ellos, para no dejarla sola en ese nido de víboras.
Pero antes, un día antes de que Laenor se vaya, le piden o mas bien le exigen, tener una última aventura, antes de separarse por un par de lunas.
Rhaenyra debió saber, que la imprudencia no era un rasgó fácil de quitar. Creyó que aprendió de sus errores, que no volvería a dejar que su nombre, sea manchado con rumores escandalosos; debió pensar mejor. Laena, Daemon y Laenor, se unieron para convencerla, sacando a relucir, sus viajes de chiquilla a la Calle de la seda. Tentada y respaldada por su marido, aceptó.
Elinda, aceptó cuidar a los niños y vigilar que nadie los moleste, todo estaría arruinado, si la princesa Rhaenys se entera de su pequeña aventura. Salieron de High Tide, con capas negras y roja de pajes, fue una caminata larga hasta Villaespecia, donde buscaron un burdel de los más altos preciosos, aquellos a donde solo entraban, ricos mercaderes de tierras extranjeras.
Daemon apartó una habitación, encantando a la Dama que estaba a cargo, mientras Laenor cuidaba que nadie las toque de manera inapropiada o les quita la capa de encima para revelar sus cabellos, siguieron el camino indicado por su tío, hasta que llegaron a una habitación, la cama era amplia, había jarras de vino, todo el lugar estaba cubierto de tapices de mujeres y hombres, donde abundaba la desnudez y faltaba el pudor. También había un leve aroma a frutas, no sabe si es de alguna fragancia o simplemente las bebidas afrutadas que sirven.
Agradece que al menos, hay una puerta, en lugar de simples cortinas que cualquiera puede correr y descubrirlos. Nada se inicia de inmediato, se toman el vino para quitarse la tensión de los músculos. Es bueno saber que todos están igual de nerviosos que ella, hubo varios "momentos" que los llevaron hasta aquí, las noches que compartió con Laena, donde ambas, recorrieron y delinearon el cuerpo y curvas de la otra. Las veces que Laenor llegaba demasiado agitado y con los labios rojos después de pasar tiempo con Daemon y los dragones, tal vez Rhaenyra no hizo mal la suposición, de que hacían más que montar a sus dragones.
Desde que Joffrey, tuvo que regresar a las Tierras de la Tormenta, por un llamado de la Casa Lonmouth, por parte de su Señora madre, al informar que su padre Lord Lonmouth había fallecido. Laenor y él, no habían tenido de otra, más que cortar por lo sano, Joffrey tenía un deber con su casa y no podía fallarle a su madre, menos ahora, así fue que el Caballero de los Besos, los dejó a finales del años 116. Entonces, Rhaenyra no había notado nada extraño en su marido. Pero, preocupada de que se hunda en depresión, le pidió a Daemon que lo entretenga, tal vez su tío habia tomado el otro sentido de las palabras.
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The dragon princess
FanfictionEl dolor que pasó, no se lo deseaba ni a su peor enemigo. La muerte sería el consuelo entre todo su dolor. Sus hijos, su trono, su padre, su esposo, todo lo que alguna vez amo se lo habían arrebatado con crueldad en una guerra dada por las ambicione...