No hay nada peor que pelear con Rosé.
Este particular argumento parecía inútil y tonto cuando lo reflexionas. Pero en el momento en que ambas se sintieron estresadas y cansadas, dejando que tus emociones embotelladas se apoderarán de ti mientras que ella dejó que el estrés de su duro día la arrilara, creando tanta tensión que dejó la habitación para calmarse y dejar que hicieras lo mismo.
Fue solo unos minutos más tarde cuando la escuchaste entrar a la habitación. El colchón se sumergió a tu lado y ella exhaló temblorosamente antes de alcanzar lentamente tu mano.
––Lo siento. Nuestra pelea fue tonta. Dejé que mis emociones de hoy se apoderarán de mi.
Asentiste y colocaste la cabeza sobre su hombro.
––Yo tambien lo siento––. Sentiste que sus labios cepillaron tu frente antes de que te apartara y te abriera los brazos. ––¿Me das un abrazo?––. Te reíste y subiste a su regazo, dejando que sus brazos te rodearan mientras la tuya la rodeaba.
––Te amo mucho––. Murmuraste y luego trataste de alejarte, pero su agarre era demasiado fuerte y no te dejaba ir. ––¿Uh, Rosé? ¿Quieres dejarme ir?
––No––. Ella murmuró y luego se movió para que volvieras a la cama y cayó justo encima de ti. Te reiste, solo sintiendo que su agarre alrededor de ti se volvía más apretado.
––¡Rosé!––. Te reiste cuando sus dedos cepillaban accidentalmente a los costados.
Originalmente, su cabeza fue colocada sobre tu pecho, pero la levantó y se movió un poco para que su frente pudiera caer sobre la tuya. Se miraron a los ojos antes de que ella se inclinara para besarte, moviendo apasionadamente sus labios contra los tuyos.
Su pelea fue olvidada mientras estabas allí, compartiendo momentos más íntimos y pronunciando palabras de amor a través de cada beso porque al final del día eso es todo lo que realmente sienten la una por la otra; amor.