CAPÍTULO III

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Octubre, 1840

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Octubre, 1840

Casa de campo del barón Basset, Petersfield

La primera vez que se conocieron Georgiana Middleton y David Saint Clair, fue de todo menos agradable. Esa noche ocurrieron demasiadas cosas que provocaron las discordias entre ambos, quienes con seguridad exclamaron, que jamás querrían conocer al otro, aunque fuesen las últimas personas en el mundo.

Para saber los detalles de aquel primer encuentro, hay que saber que Georgiana deseaba alejarse un tiempo de Londres tras otra temporada sin buenos resultados, por lo que había llegado a la conclusión de que el campo era su mejor opción para darse un largo respiro de bailes excéntricos y de una sociedad pendiente a los quehaceres del resto más que de los propios.

Por eso, cuando despertó esa mañana, gracias a una doncella que su hermana le había facilitado, el resplandor de la luz solar le había provocado querer mantenerse en la cama unos minutos más. No lo hizo, pues su doncella tenía fuertes intenciones de levantarla. La ayudó a vestirse y a cepillarse el cabello, asegurándole de que más tarde podría hacerle un retocado más apropiado.

―Buenos días, señorita Middleton ―saludó el mayordomo.

Georgiana, que bajaba las escaleras de la gran casona rural de Petersfield, dio un respingo al percatarse de la presencia del hombre.

―Buenos días, Freddie ―saludó sonriente―. ¿Mi hermana ya se ha levantado?

―Sí, señorita ―se inclinó cuando ella llegó a los pies de la escalera y le indicó que lo siguiera al comedor. Aunque ella ya conocía el camino, dejó que Freddie hiciera su trabajo―. Lady Basset ya ha desayunado junto a lord Basset, ambos han salido a dar un paseo.

― ¿No le mencionaron, por casualidad, cuando desean que viajemos hacia Cheltenham? ―preguntó ella, con una leve sonrisa.

―Está mañana me han informado que partirán en dos semanas a primera hora de la mañana ―sonrió mientras la llevaba al comedor. El día anterior, recordó Georgiana, se había perdido en búsqueda del comedor, aunque le costara admitirlo―. Es algo que tuvieron que retrasar, ya que en dos días estarán recibiendo a un invitado y no sabemos si la señora está preparada para realizar un viaje de gran distancia.

―Por supuesto, la salud de mi hermana es importante ―dijo, en acuerdo. Su hermana llevaba alrededor de 16 semanas de embarazo y hace menos de un mes había enfermado gravemente, pero por suerte, se había recuperado y el bebé parecía seguir en su vientre―, ¿tendremos un invitado? ―preguntó. Les sonrió a los empleados que le sirvieron su desayuno favorito―. ¿Vendrá más gente? Sería bueno si pudiéramos realizar un pequeño baile antes de partir.

―No, señorita Middleton, solo será una persona ―respondió el mayordomo―. Además, lamento decirle que lady Margareth no ha planeado ninguna fiesta por el momento y antes de que usted llegara no estaba en condiciones de planear bailes.

Desde El Primer Baile [#2]✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora