Marzo, 1840
Pueblo de Petersfield
David era, a decir de todos, un libertino sin escrúpulos, pero que tenía posesión de un título que respetaba al máximo desde que lo asumió, ya que una vez que sus hermanos mayores rechazaron el vizcondado y recayó en él, nadie dudó que se negaría y es que todos siempre creyeron que era el más sensato de los tres para asumir tal responsabilidad.
Tal vez debió haber aspirado a tener algo que ver con la vida terrateniente, pero su deseo siempre había sido obtener el vizcondado para evitar que sus hermanos mayores los llevaran a la ruina y estaba feliz por cómo se habían dado las cosas. Por eso su elocuencia a la hora de alagar a las personas eclipsaba por completo su astucia y la manipulación que podía influir en otros para sus propios fines. Gracias a ello, la mayoría de su adolescencia se basó en albergar sus ideales en sus hermanos, los había manipulado para que continuasen con su vida libertina y que él les apoyaría económicamente si le cedían el título; a cambio, ellos le solicitaron las dos mejores casas solariegas para hacer sus vidas terratenientes. Y, así, había logrado ser el nuevo vizconde de Brighton. Toda una hazaña que había traído la inclusión de conceptos como «deber» y «responsabilidad». Términos a los que no prestaba atención muy seguido, pero que conocía muy bien, debía cumplir a su debido tiempo.
Lo que nos lleva al tema primordial en su vida últimamente y eso es precisamente, el matrimonio.
Para la mayoría de los hombres, tal situación a tan temprana edad sería frustrante, pero para David, que había nacido con un espíritu lleno de astucia, con una coquetería galante y una vida libertina desde que estuvo por primera vez con una mujer, veía que era cuestión de tiempo para que él encontrara a la mujer que le hiciera redirigir su deseo libertino hacia su deber de asegurar un heredero.
Y, entre tanto, David no veía inconveniente para no pasarlo bien en compañía mientras esperaba la llegada de la futura vizcondesa de Brighton. A fin de cuentas, nunca había llevado una vida de monje y no pensaba reprimir sus deseos porque aún no disfrutaba de una vida matrimonial.
Bueno, de vez en cuando controlaba sus impulsos, pero...
―Señor ―David levantó la mirada, pestañeando y, frente a él, se encontraba una joven que le extendía la mano derecha―, ¿Se encuentra usted bien?
Él era vizconde desde principios de año, por lo que había comenzado un viaje para visitar cada una de las casas solariegas de la que era dueño y se propuso comenzar en Rowlands Castle. Luego a la que estaba en Nursted, cercana al pueblo de Petersfield, donde se encontraba en aquellos momentos.
― ¿Se encuentra usted bien? ―repitió la joven mientras le ayudaba a ponerse en pie―, disculpe, he salido de improvisto de la tienda y no creí toparme con nadie a mi salida.
―Descuide, estoy perfectamente... ―dijo él, pero se tomó unos segundos para calmar el dolor de su caída―, bueno, me he caído al suelo y es una suerte que aún pueda estar de pie ―agregó, inclinando la cabeza y le sonrió a la joven―. No debe usted preocuparse.
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Desde El Primer Baile [#2]✔️
Ficción históricaTras convertirse en el nuevo vizconde de Brighton, David Saint Clair debe cumplir una condición impuesta por sus padres. Debe buscar una esposa. En su búsqueda, termina cruzando camino con una dama en su estadía en su hogar en Nursted. ¿Qué le tend...