CAPÍTULO IV

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― ¿Su hermana menor está de visita?

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― ¿Su hermana menor está de visita?

David se sorprendió al oír que habría alguien más esa noche, pero no demasiado cuando su amigo le comentó que era nada menos que la hermana menor de Margareth, de la cual solo había escuchado historias.

―Tiene dos ―agregó John―, esta es la más grande ―aclaró con una leve sonrisa―. Ha venido de visita tras finalizar su temporada en Londres y viajará con nosotros hasta Cheltenham, por lo que verás a mi esposa más alegre de lo usual.

― ¿Necesita de su hermana para ser verdaderamente feliz? ―comentó con burla.

John negó con la cabeza, sonriente.

―Georgiana es una joven muy alegre ―dijo con aprecio―. Tiene un carácter distinto a Margareth, por lo que notarás la diferencia entre ambas, sin mencionar que Georgiana es menos pálida y de melena más clara ―agregó―. Jane, la menor de las tres, suele decir que el cabello de Georgie es como la miel a la luz del sol.

David saboreó en su paladar el diminutivo de la joven y pensó que, si su amigo la describía como alguien alegre; a quien, además, llamaban «Georgie» no podía ser nada más que una persona dulce como Margareth.

John no se percató en los intentos de pronunciar el nombre de su cuñada en los labios de su amigo, pues en ese momento ingresaba Freddie y aclaraba su garganta para llamar la atención de ambos.

―Lady Basset y la señorita Middleton están por bajar, señor ―anunció con una reverencia.

―Gracias, Freddie ―dijo John y sonrió―. Puedes ir a la cocina y pedir que estén listos, estoy seguro de que ambas deben estar hambrientas.

Despidió a su mayordomo tras recibir las órdenes y David llegó a su lado con una leve risa.

―El bebé ha de ser el hambriento ―comentó―. Creo que debemos agradecerle de que tu mujer esté comiendo más.

Ambos rieron un par de minutos, hablaron sobre cómo había sido el viaje de David hasta Nursted y prometieron visitar el pueblo al día siguiente, ya que este tenía que hablar con el nuevo clérigo que había llegado y debía de conocerlo personalmente.

Entonces, escucharon unas risas en el pasillo.

El vizconde observó como su amigo se aproximaba a la puerta y recibía con un gran saludo a las mujeres, por otro lado, él había encontrado interesante un árbol que se mecía con el viento.

No esperó demasiado, pues como buen protocolo, debía esperar a que uno de sus buenos amigos y anfitriones le presentaran ante la joven soltera.

― ¡David! ―exclamó Margareth con una amplia sonrisa, por lo que él le correspondió de la misma manera―. No puedo creerlo, te has dejado crecer el cabello.

Este llevó su mano derecha a su nuca y frunció el ceño.

― ¿Cómo lo has notado tan rápido?

― ¿Lo tiene más largo? ―preguntó John, sorprendido de que su mujer notara tal detalle―. Yo lo veo igual que siempre.

Desde El Primer Baile [#2]✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora