26 de Marzo, 1841
Después de casi un año, David sonreía mientras caminaba hacia la feliz pareja a la vez que se sobaba la mejilla, recordando que no debía pisar el pueblo en unos meses. Nunca le habían golpeado, ninguna de sus conquistas se atrevió a tanto ya que conocían a la perfección la relación que él les daba. Es el pueblo, se decía cuando comenzaba a oír la conversación de sus amigos.
Otra vez estaban teniendo la conversación sobre el sexo del bebé, tanto así que a él ya le daba lo mismo lo que fuese, al final del día, ellos le rogarían ser su padrino. Aunque se inclinaba a la posibilidad de que fuese niño, no sabía si podría apadrinar a una niña, no a una que tuviese el carácter de Margareth.
―Da lo mismo si es niño o niña ―agregó David―. Mientras no ocurra algo peor con ese vientre que no hace más que crecer ―señaló a Margareth con una sonrisa burlona―. Será un devorador de comida, ese hijo que están esperando.
―Galán, ¿qué te ha pasado en la mejilla? ―preguntó John con una sonrisa.
Margareth le pellizcó la mejilla a John y elevó su otra mano a David para que se la besara.
―Creo que Freddie tiene algo para curarte eso ―dijo Margareth con una sonrisa―. No te preocupes, te dejaré ese bello rostro como nuevo ―agregó. Pero luego le señaló con reprimenda mientras se levantaba del sofá―. Deberías de dejar de coquetear con las mujeres, ya te lo he dicho, terminarás peor que con la mejilla arañada...
Prestó toda su atención cuando ella no terminó de reprenderlo.
― ¿Qué? ―preguntó él cuando notó la parálisis de Margareth. Entonces, su mirada se dirigió al suelo, justo en el momento en el que ella se movía―. ¡Oh, Dios! ―exclamó con sorpresa―: ¡Freddie llama al médico! ¡Es el bebé!
No podía creer que fuera a presenciar el nacimiento de aquel niño o niña. Por lo que, David se había quedado estático ante las profundas respiraciones de Margareth y no sabía qué hacer más que esperar a que Freddie llegase con el bendito médico.
― ¡Eh, Galán! ―le llamó John con nerviosismo―. Ayúdame a cargarla hasta su habitación, toma mis manos y que ella se siente en ellas ―ordenó―. La llevaremos así, para su comodidad y para que pueda afirmarse por nuestros hombros, en caso de que necesite algo para apretar.
Hizo caso a la orden de John y con cuidado de no causarle más dolor a Margareth, quien había comenzado a tomar respiraciones más grandes y pausadas. Entonces ingresaron a la casa y caminaron hacia el dormitorio privado de Margareth, donde el doctor ya estaba ahí, le dio órdenes a las parteras que llevaban consigo paños húmedos y secos; por otro lado, algunas de ellas se acercaron para auxiliar a la joven madre.
―No, señor, usted debe esperar fuera.
John se sorprendió cuando la doncella, Lidia, murmuró aquello con un rostro preocupado. Por lo que David le tomó el brazo para sacarlo de la entrada de la habitación, pero fue horrible tener que oír como a su amigo se le quebraba la voz.
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Desde El Primer Baile [#2]✔️
Historical FictionTras convertirse en el nuevo vizconde de Brighton, David Saint Clair debe cumplir una condición impuesta por sus padres. Debe buscar una esposa. En su búsqueda, termina cruzando camino con una dama en su estadía en su hogar en Nursted. ¿Qué le tend...