¿Monstruos tratando de asesinarte a cada segundo de tu vida?, lo normal. ¿Dioses de hace miles de años pidiéndote favores sin importarles tu salud física y mental?, nada nuevo. ¿Misiones mortales en donde tu vida pende de un hilo y lo único que te d...
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La cocina era enorme y, a diferencia del resto del Instituto, era totalmente moderna.
Tenía encimeras de metal y anaqueles acristalados que contenían hileras de piezas de loza. Sobre una de las hornallas de un horno rojo había una olla de metal brillante, vapor salía de esta y Alyssa notó un espeso líquido café en el que flotaban pedazos de zanahorias, cebollas, zapallo y lo que identificó como pescado. Más que una sopa parecía un puchero.
En el medió del lugar había una isla de cocina de mármol. Con varios banquitos rojos rodeandola que combinaban a la perfección con el horno. Isabelle le indicó con la cabeza que se sentara, mientras se dirigía a tomar dos platos soperos.
De un salto se subió a uno de los banquitos y cruzó los brazos sobre la fría superficie de la isla, sacudiendo sus piernas que habían quedado colgando. Jace no dudó en sentarse junto a ella, Alec tomó asiento junto a él mientras le clavaba dagas con los ojos.
Isabelle le entregó uno de los platos con una cuchara de plata enterrada en el interior. La sopa era más espesa de lo que parecía y no había dejado de burbujear. Instantáneamente la pelirroja había comenzado a arrepentirse de aceptar probar la comida, pero la mirada del rubio la incentivó a tomar en la cuchara un pedazo de pescado con mucho caldo.
La sopló levemente y, notando las miradas de los tres presentes, se la llevó a la boca.
Los ojos le comenzaron a lagrimear y se ahogó. Comenzó a toser incontrolablemente mientras sentía como lágrimas calientes caían por sus mejillas. La risa de Jace no tardó en aparecer.
-¿Y?,-comenzó él con burla.- ¿cómo está?
Con gran dificultad ella respondió entre la tos.
-P..p...picante.
Él soltó otra risotada y se levantó de la silla, dirigiéndose al refrigerador, sacando una jarra de vidrio. Sacó de uno de los anaqueles un vaso de cristal y lo llenó de agua. Se lo extendió todavía riendo. Ella lo tomó con violencia y tomó todo el líquido de un trago.
