¿Monstruos tratando de asesinarte a cada segundo de tu vida?, lo normal. ¿Dioses de hace miles de años pidiéndote favores sin importarles tu salud física y mental?, nada nuevo. ¿Misiones mortales en donde tu vida pende de un hilo y lo único que te d...
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Clary dejó la fotografía agrietada sobre el escritorio y se deslizó detrás del biombo, arrastrando a Simon tras ella. Alyssa los siguió de cerca y Jace acabó justo detrás suyo, con la estela en la mano.
Apenas había conseguido ocultarse Jace, cuando Alyssa oyó cómo la puerta se abría de par en par, y el sonido de personas que entraban en la oficina de Luke , luego voces.
Eran tres hombres que hablaban. Miró nerviosamente a Simon, que estaba muy pálido, luego a Clary, quien parecía a punto de llorar, y luego a Jace, que había alzado la estela y movía la punta ligeramente, dibujando una especie de figura cuadrada, sobre la parte posterior del biombo.
Mientras Alyssa observaba fijamente, el cuadrado se tornó transparente, como una hoja de cristal. Oyó tomar aire a Simon, un sonido diminuto, apenas audible, y Jace sacudió la cabeza mirándolos, mientras articulaba en silencio: "Ellos no pueden vernos, pero nosotros podemos verles."
Mordiéndose el labio, Alyssa se acercó al borde del cuadrado y miró por él, consciente de la presencia de Jace respirando sobre su cabeza, él también podía ver, sin incordiarse en lo más mínimo con la chica parada justo frente a él. Alysa, una vez más, maldijo su diferencia de altura.
Podía ver la habitación del otro lado perfectamente: las estanterías, el escritorio con la bolsa de lona tirada encima y a Luke, con aspecto desaliñado y ligeramente encorvado, con las gafas colocadas en lo alto de la cabeza, de pie cerca de la puerta.
Resultaba escalofriante incluso aunque sabía que él no podía verla, que la ventana que Jace había creado era como el cristal de una sala de interrogatorios de la policía: estrictamente de una sola dirección.
Luke volvió la cabeza, mirando atrás a través de la entrada.
-Sí, claro que pueden echar un vistazo- dijo, el tono de la voz profundamente cargado de sarcasmo-. Son muy amables al mostrar tal interés.
Una risita sorda surgió de la esquina de la oficina. Con un impaciente movimiento de muñeca, Jace dio un golpecito al marco de su ventana y la amplió, mostrando más parte de la habitación.