¿Monstruos tratando de asesinarte a cada segundo de tu vida?, lo normal. ¿Dioses de hace miles de años pidiéndote favores sin importarles tu salud física y mental?, nada nuevo. ¿Misiones mortales en donde tu vida pende de un hilo y lo único que te d...
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Alyssa subió corriendo las escaleras que dirigían a la salida del metro. Oyendo claramente las agudas voces de las adolescentes que se la habían pasado haciendole ojitos a Jace, chillando aterrorizadas a un policía.
Corrió a toda velocidad las dos cuadras que la separaban de su casa, esperando encontrarse con Clary y Jace aguardando por ella. Grande fue su sorpresa al no ver a nadie.
-Puta madre.- siseó al sentir la quemadura que se había hecho en la mejilla.
Al final, el pequeño corgi resultó no ser tan pequeño, además de tener la habilidad de escupir fuego. De todas formas, Alyssa se sentía relativamente mejor, le había hecho bien poder descargar algunas de sus emociones con su espada y sus puños.
Dirigió su mirada, aun levemente aturdida, a la entrada de su casa. Oía un zumbido en los oídos, y tenía la palma de las manos húmedas de sudor. Se detuvo frente a la valla de setos y alzó los ojos lentamente, casi esperando ver la cinta amarilla adhesiva de la policía acordonando la puerta delantera, cristales rotos esparcidos por el césped y todo el lugar reducido a escombros.
Pero no había señales de destrucción. Bañada en una agradable luz de primera horas de la tarde, la casa de piedra rojiza parecía resplandecer. Las abejas zumbaban perezosamente alrededor de los rosales bajo las ventanas de madame Dorothea.
Alyssa suspiró levemente confundida.
"Los demonios saben cubrir sus huellas." la voz de Jace hizo eco en su cabeza. Volvió a suspirar.
Sintió sudor bajando por su frente y el potente sol de verano clavándose en su cuello. Descuidadamente levantó su cabello rizado, intentando recibir algo de aire en su nuca.
Su mirada se detuvo en una pequeña tienda de conveniencia que había frente a su casa. Minutos después, se encontraba sentada frente a los rosales con una fría botella de Coca-Cola en su mano.
Esperó por unos minutos, hasta que finalmente vió a Jace acercarse a zancadas hacia donde se encontraba. No pudo evitar sonreír, sintiendo una anormal calidez en su interior. El rubio se agachó frente a ella, intentando ocultar una sonrisa con un ceño fruncido.
-Ya, admite que estas feliz de verme.- Alyssa sonrió.
-Realmente eres una estúpida.- Ella no pudo evitar reír, luego los dedos de Jace rozaron con suavidad su mejilla herida.- y completamente imprudente. Toda una idiota.
Las mejillas de Alyssa se sonrojaron, ella no supo si era por el calor que sentía, por alguno de los golpes que le habían metido, o por la cercanía del rubio.
De cualquier manera, la chica no pudo evitar sonreír como tonta. Definitivamente el haber descargado su furia en un monstruo la había ayudado bastante.
