Danielle

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Vi el terrible momento en el que Maya sufría una fuerte entrada durante el partido, vi como entraba el doctor y también vi como salía en camilla del campo.

Miedo. Todo lo que sentí en ese momento fue miedo, quise ir al hospital y asegurarme que estaba bien, pero la última vez que la vi lo único que hice fue gritarle.

Gritarle por estar tan ciega y no ver lo que su "esposa" estaba haciendo, gritarle por ser tan cobarde, gritarle que fuimos estúpidas, porque debí confesarle lo que sentía por ella en alguno de los muchos momentos en que tuve la oportunidad.

Maya ¿te gusta esa mujer? —pregunté con miedo a su respuesta.

—Es muy atractiva, pero no estoy segura… —esa no era la respuesta que esperaba. —La mujer de la que de verdad estoy enamorada no está a mi alcance.

—Esa mu… —no pude continuar porque su teléfono sonó y en la pantalla apareció el nombre de Jade. Contestó y salio al balcón para atenderla. —Si esa mujer soy yo, si estoy a tu alcance. —susurre cuando comenzó a hablar con ella.

Y así como esa, en muchas otras ocasiones en las que intente decirle que teníamos oportunidad, Jade llamaba o le enviaba mensajes matando el momento. Fui una cobarde al no tomar al toro por los cuernos y enfrentar mis sentimientos, fui demasiado cobarde y la perdí, perdí a Maya.

Un par de días después tomé el suficiente valor y fui al hospital del club con la esperanza de poder verla a la distancia, pregunté por ella, me dijeron cual era su habitación y me informaron que estaría dormida, lo más probable era que no despertará hasta dentro de dos horas debido a la anestesia y a los fuertes medicamentos. Quería hablar con ella, intentar recuperar por lo menos nuestra amistad pero otra vez fui cobarde y no espere a que despertará.

—Hola. —la salude sabiendo que no podía escucharme. —Te vi durante toda la temporada, festeje cada uno de tus goles, cada una de sus asistencias, célebre cada minuto que estabas en la cancha e incluso también los minutos que estuviste en la banca. —me fue imposible retener más tiempo mis lágrimas y las dejé correr como no lo había hecho desde que deje de verla. —También vi el terrible partido que te trajo aquí. —ya no hice el intento de limpiar mis lágrimas que comenzaron a caer libremente. —Me duele verte aquí, porque hace más de un año que no hablamos y me duele la manera en que terminó todo. —peine su hermoso cabello rubio. —Te extraño, extraño tus ojos, extraño nuestros momentos de películas, los de pelea. Extraño todo de ti.

Me senté a un lado de la cama contemplando lo tranquila que se ve dormida y no quería reconocer lo mucho que había extrañado verla así, porque este era uno de mis pasatiempos favoritos. Admirar su belleza.

—Maya, llegó el momento de irme. No quiero ocasionarte problemas con tu esposa y también debo de reconocer que no me la quiero encontrar. —susurre lo último. —Deseo con todo mi corazón y con todo el amor que te tengo que salgas de este bache. —reformule mis palabras. —Saldrás de esta porque eres fuerte y mereces seguir haciendo lo que más amas.

Pensé que su esposa estaría con ella en todo momento, pero no fue así. No quería parecer acosadora pero el día que salió del hospital lo hizo sola, solo una vez estuvo su esposa con ella, la veía a la distancia y así era como quería cuidarla. No pude cuidarla ni siquiera a la distancia, me enviaron a una universidad para realizar unas visorias y esperaba que fueran rápidas pero fue todo lo contrario, no sólo era una, eran alrededor de seis universidades, en las que tenía que evaluar a las posibles candidatas a formas parte de nuestros equipos. Regrese a casa después de casi dos meses, dos meses en los que esperaba que Maya haya seguido las indicaciones del doctor al pie de la letra, porque la conozco y estoy segura que no se estaría quieta en su cama reposando.

Mi Futbolista Favorita.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora