Mi Futbolista Favorita.

¿Sola?

Con el pasar de los días las cosas fueron mejorando lentamente, entre nosotras la rutina era muy clara. Por las mañana Dani preparaba el desayuno, me ayudaba a llegar al comedor y luego de vuelta al baño para ayudarme con la ducha, veíamos televisión durante parte de la mañana y por la tarde solo yo la veía ya que ella tenía que ir al club para seguir a las chicas seleccionadas con sus respectivos equipos, sé perfectamente que es su trabajo y que no puedo pedirle que se quede conmigo todo el día sin hacer nada de provecho. Eso sería muy egoísta de mi parte.

Durante las horas en las que me quedo sola en su casa me gustaría hacer algo más que solo estar todo el día en el sofá, a veces sentada, otras recostada e incluso algunas en las que el sofá llegaba a ser tan suave que me tiraba al piso. Tuve que dejar de tirarme al piso ya que una vez Dani llego temprano y me encontró durmiendo en el piso, estaba tan desesperada y preocupada creyendo que algo me había sucedido, hasta que le explique que nada paso y solo llegué ahí por estar harta del sofá.

Tener la compañía de Dani es increíble pero eso no está siendo la solución de los problemas que sé que se avecinan, han pasado tres meses desde la cirugía, hace poco más de un mes que comencé con algunos ejercicios en casa y la rehabilitación, que he de decir son muy exigentes. Al comienzo me frustraba el no tener la fuerza suficiente para ejercicios tan insignificantes que podría hacer sin el más mínimo esfuerzo, pero que ahora son la cosa más complicada del mundo.

Ally, mi fisioterapeuta esta intentado animarme pero la verdad cada día que llego con ella, lo hago sin ganas y con la mentalidad más negativa que una persona de alto rendimiento debería tener, pero me cuesta mucho cambiar de actitud. Dani gran parte del tiempo me acompaña, otras lo hacen Lucy o Becca, pero sin importar estar acompañada siento que esta es mi batalla, una batalla en la que estoy luchando sola. No se como dejar que entren, simplemente me he distanciado de ellas y de todas las demás compañeras que en algún momento se acercaron.

Hoy por circunstancias del destino me toco asistir sola a la terapia, pero no es la primera vez que me siento así. Siempre me siento sola. Tras casi dos horas en las que Ally estuvo en cada ejercicio, en cada estímulo nada lograba hacerme sentir mejor. Hace dos semanas que ya solo utilizo una muleta y es algo que agradezco, hace que me sienta más independiente. Al final debí tomar un taxi y pedirle que me llevara a la casa de Danielle, pero no, en lugar de eso comencé a caminar y después de casi tres cuadras encontré un pequeño bar.

Para ser viernes por la tarde el lugar está demasiado tranquilo, ya en la barra le pedí a la chica un whisky. No he probado alcohol desde que Lucy y Becca me encontraron tirada en mi habitación, sé que no debería de hacerlo.

Tome el vaso entre mis manos y lo único que hice fue mirarlo por largos minutos. Minutos que parecían eternos hasta que por fin me atreví a beberlo todo y pedir otro, y otro, y otro. Hasta que decidí pedir la botella, eran cerca de las nueve de la noche el lugar comenzaba a llenarse de gente que saldría del trabajo y quería relajarse, de gente que buscaba ligar, de gente que no conocía y de gente que no me conocía. Durante más de una hora mi teléfono no dejo de sonar con llamadas y mensajes de Dani, si respondía y le decía que estaba haciendo seguramente me regañaria, y seguramente también vendría a buscarme. Llevaba más de media botella cuando una chica hermosa de cabello castaño se acercó a mi lado y comenzó a coquetear, la ignore de manera monumental que después de tres minutos busco a otra presa.

Pagué lo consumido y salí algo tambaleante del lugar, mi celular se volvió a iluminar con otra llamada de Danielle que esta vez si conteste.

—¡¡¡¿Donde estas?!!! —fue lo primero que me grito, sabía que eso haría. —Llamé a la clínica y dijeron que saliste hace más de seis horas. —¿más de seis horas? ¿Que no son las diez?