Realidad

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Maratón 2/3

Durante las noches desperté un par de veces por las pesadilla de lo vivido horas antes, pero el volver a la realidad entre los brazos de Maya fue reconfortante, principalmente por las caricias, la paciencia, la dulzura al hablarme y sobre todo el amor en cada uno de sus movimientos me hacían sentir mejor.

Desperté pasado el medio día y estaba sola en la cama, me levante buscando a Maya. No estaba.

—¡Maya! —grite por el miedo de no verla nuevamente. —Maya. —susurre sentándome en la orilla de la cama.

—Amor. —dijo desde la puerta. —¿Que pasa? —pregunto acercándose a mi. —¿Bonita? —volvió a hablar, arrodillandose frente a mi.

—No estabas. —susurre.

El miedo se apoderó de mi al despertar y no tenerla a mi lado, el despertar sola provocó infinidad de recuerdos del primer momento donde esas personas entraron a mi oficina, los vagos recuerdos en la camioneta donde me trasladaron, cuando abrí los ojos por primera vez en la soledad de esa horrible habitación. Durante horas todo fue soledad y no tenerla a mi lado estaba provocándome una crisis.

—Perdón, salí a buscar el desayuno o mejor dicho el almuerzo. —tomo mis manos entre las suyas. —Supuse que tendrías hambre y quería que comieras algo.

No pude evitarlo y me lance a sus brazos, intente con todas mis fuerzas retener las lágrimas. Ya me había visto durante mucho tiempo llorando, siendo débil y en un estado muy vulnerable, no quería comenzar a depender de su presencia pero era inevitable.

La necesito y siempre la voy a necesitar.

Solo espero que mi hermosa Danielle nunca se canse de mi.

—Te prometo que a partir de hoy, siempre despertarás a mi lado. —intente decirle que eso no era necesario y que cuando regresará a jugar eso no iba a ser posible, pero no tenía las palabras para contradecirle. No ahora. —Estarás bien, estaremos bien. Te lo prometo. —hablo cerca de mi oído, lo que ocasionó una oleada de confianza y de valor para creer en sus palabras. —Te amo.

—También te amo. —susurre desde su cuello, quería separarme pero mi cuerpo no. Mi cuerpo quería seguir en contacto con ella, quería tenerla cerca para siempre si era posible. —¿Vamos a desayunar? —pregunte alejándome lo suficiente para verla a los ojos.

Mientras comíamos me dijo lo que le invento a mi nana sobre mi desaparición, o mejor dicho nuestro viaje sorpresa. Le agradecí por eso, ya que con la llegada de mi nana a la casa le hable sobre sus problemas de salud y me enamoré a un más de la atención que me pone cuando le cuento cosas que parecieran no tener importancia, y es ahora cuando recuerdo sus palabra todo lo que me dices es importante y siempre tratare de recordarlo, lo agradecía inmensamente porque sabía la mala memoria que maneja.

Acordamos llamarla en unas horas para que estuviera tranquila y para avisarle de "nuestro regreso". Regreso que sería esta misma noche, quería regresar a casa, sentirme nuevamente a salvo y que mejor lugar que eso que nuestra casa.

Pasamos casi todo el día en cama por petición mía y que Maya complació en todo momento, bueno, en realidad cada cosa que le pedía se encargaba se cumplirla. Y eso no tiene nada que ver con mi secuestro en absoluto, ella en todo momento es atenta conmigo y siempre trata de tenerme contenta pero creo que con este suceso tan desagradable que pasamos aumento su tarea de consentirme. Porque así era como me estaba haciendo sentir Maya, consentida.

Pasadas las ocho de la noche regresamos a casa, lugar donde planeó pasar una buena temporada. En cuanto abrimos la puerta nos encontramos con mi nana saliendo de la cocina.

Mi Futbolista Favorita.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora