Odio

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Lunes, lunes otra vez. Inicio de semana y desde que estoy fuera de actividad como los odio, y más aún con la pereza que tengo siquiera de abrir los ojos. Han pasado algunos días desde la pelea que tuve con Dani, pelea en la que sobrepase mi paciencia y finalmente explote con ella.

Me volví a quedar dormida y cuando desperté tenía una bandeja con el desayuno en la mesita de noche, seguramente me lo dejó y se fue a trabajar, verlo ahí tan cerca y tan lejos de mi. No tenía ganas ni siquiera de levantarme de la cama, no tengo ganas de nada.

Debo de reconocer que no he hablado mucho con Danielle y desde eso mi ánimo esta por el subsuelo, no estoy segura de si es precisamente por eso pero sin duda ese fue el desencadenante. Tal vez debería de mínimo intentar arreglar las cosas con ella, pero si no tengo ganas de levantarme menos tendré las ganas de buscarla y posiblemente encontrar otra pelea con ella.

Cerca de las tres de la tarde mi celular comenzó a sonar, no recordaba donde lo había dejado, solo lo escuchaba por algún lugar de la habitación. Sonó de nuevo, me senté en la cama tratando de identificar el lugar exacto de donde provenía, pero dejo de escucharse antes de que lo consiguiera. Me recosté nuevamente en la cama y me quede mirando el techo como si este fuera lo más interesante del maldito mundo. Volvió el sonido de otra llamada entrante y esta vez no hice el más mínimo intento de levantarme. Si encuentro la energía para devolver la llamada, tal vez lo haga.

Si darme cuenta me quede nuevamente dormida, no lo hacía al propósito pero tenía demasiado sueño. Si pudiera dormir todo el día lo haría sin dudar. No sé cuantas horas pasaron, pero cuando volví a abrir los ojos, me di cuenta de que ya estaba anocheciendo y que la bandeja con comida ya no estaba por ningún lado. Finalmente en todo el día logre levantarme de la cama y no fue por gusto, tenía que usar el baño.

Al regresar a la cama, encendí la televisión y pase por lo canales buscando algo de mi interés. Di con los canales de deportes, artes marciales mixtas, box, béisbol, fútbol americano. Uno a uno fueron descartados, hasta que llegue a uno en especifico, uno donde estaban trasmitiendo un partido realmente llamativo, partido femenil internacional, dos equipos líderes de sus respectivas ligas. Ver el estadio lleno, la pelota rodar, el impresionante verde del campo, verlas correr, ver la pasión con la que disputaban cada balon, la emoción en los comentaristas. Todo eso, solo ocasionó una cosa; tristeza y unas inmesansas ganas de llorar que no reprimí, deje que las lágrimas rodarán libremente, un partido en el que yo podría ser parte, el lugar en donde era feliz, donde coreaban mi nombre, donde solo éramos el balón y yo. Sin más, apague el televisor y lance el control lejos de mi, no quería saber nada más de ese maldito deporte que amaba con todas mis fuerzas y que ahora mismo también lo odio en cantidades iguales.

A la mañana siguiente la cosa no fue muy diferente, no me levante de la cama a menos que fuera necesario, el desayuno de quedo nuevamente integró y por extraño que pareciera el hambre también había desaparecido. Dormí casi todo el día y otra vez, pasadas las tres de la tarde mi celular comenzó a sonar, ¿que acaso no se le acaba la batería? ¿Cuando fue la última vez que lo vi? ¿Ahora la batería de los celulares en infinita? Dejo de sonar después de varias llamadas, pero comenzó a sonar ahora por varios mensajes, que no tenía ni la más mínima sospecha de quien podría ser.

Por la noche, sin muchas ganas me levante y reuniendo toda mi fuerza de voluntad llegue al baño, tome una ducha que se alargó más de lo planeado. Creí que después de eso, saldría renovada pero solo fueron estúpidos pensamientos, salí y me tire nuevamente en la cama para caer profundamente en el mundo de los sueños.

Y así fue el resto de la semana, el viernes las llamadas y los mensajes no me despertaron, así que supongo que el teléfono finalmente se quedo muerto, igual que mis esperanzas. No he hablado con Danielle, bueno en realidad no he hablado con nadie, parece que conseguí mi objetivo; aleje a todos de mi. La cama ya me comenzaba a ser demasiado incómoda y encontré consuelo en el suelo, el frío suelo me abrazo y me quede ahí, entre mi miseria y mis infinitas ganas de no despertar nunca más.

Desperté gracias a unas suaves caricias en mi cabello, se sentía tan bien que no quería abrir lo ojos, quería quedarme más tiempo en ese momento donde nada me atormentaba.

—¿Que te esta pasando, cariño? —la voz de Danielle interrumpió ese pequeño momento de tranquilidad. Mis músculos no reaccionaban y simplemente me quede en la misma posición sin moverme. —Quiero ayudarte, de verdad que quiero. Pero no puedo hacerlo si no me dejas, te entiendo perfectamente, entiendo perfectamente por lo que estas pasando y quiero estar aquí para ti… —su voz se quebró pero siguió después de unos segundos. —No puedo dejar que te hundas más, Maya. Odio ver lo que te estas haciendo, odio ver en lo que nos estas convirtiendo. Odio lo que te paso, pero… —creía que ya no tenía más lágrimas qué derramar y que equivocada estaba. —Te amo y quiero ayudarte, dejame ayudarte. —mis sollozos se hicieron más fuertes y me volví a romper.

Me rompí una vez más porque sabía que estaba entrando en una espiral que no tendría salida y lo acepte, acepte que esto era lo que merecía, por algún motivo que desconocía pero lo merecía. Tal vez por abandonar a mis padres por no contar con su apoyo, tal vez por ser demasiado egoísta en el campo, tal vez por ser una mala compañera de equipo, tal vez por haber hecho sufrir a Danielle, tal vez por todo eso y más. Seguramente merecía estar en donde estoy, seguramente este era mi final. Final que no pedí, final que nunca creí que me tocaría a mi.

Los brazos de Danielle me rodearon, me acerque más ella y seguí llorando por todo, y por nada.

Ya nada me estaba funcionado y en mi cabeza se repetían esas palabras de Ally y las que también Danielle me dijo, pero no quise hacerles caso. Puedes pasar por depresión deportiva y será normal, pero puedes ir con la psicóloga del club. Ella te ayudará y estarás bien. Sabias palabras de la sabia mujer que me tenía en sus brazos,

—¿Maya? —hablo nuevamente Dani. —Maya dejame entrar nuevamente aquí. —toco mi sien. —Y aquí. —dejo su mano sobre mi corazón. —Sé muy bien lo que te pasa, sé el como te sientes. Sé que no tienes ganas de nada, no tienes ganas de levantarte, no tienes ganas de comer y que te siente más sola que nunca. Pero no lo estas, estoy aquí contigo. Te di espacio durante esta semana para que despejaras tu mente, para que aclararas tus pensamientos. Pero no funcionó, no funcionó por estas perdiendo la energía, el interés, te estar perdiendo y no me quiero perder nuevamente contigo. Ya pase por esto dejame ser tu salvavidas, dejame ser fuerte por las dos.

Sabía por lo que ella pasó, ella también paso por algo muy similar. Bueno muy similar, no, ella definitivamente no pasó por lo mismo, fue por algo peor que la dejo completamente fuera de las canchas y es por ese motivo que se encarga de las visorias. Ella sabe perfectamente como me debo de sentir y sin duda no me apoye de ella, no deje que entrará, la aleje a sabiendas de que ella podía ayudarme de muchas maneras.

R.

Mi Futbolista Favorita.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora