El Regreso

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Hace ya dos noches que estoy aquí, soportando los fuerte dolores, la comida sin sabor, pero sobre estar sola gran parte del tiempo. Becca y Lucy se han pasado bastante tiempo conmigo pero no quiero que estén aquí perdiendo su tiempo libre cuando pueden estar disfrutando juntas.

Estoy segura que mañana Robert me dará el alta y podré ir a deprimirme a mi nuevo apartamento, lejos de todo mundo, lejos de este lugar tan vacío, lejos y en soledad.

Al día siguiente desperté por unas suaves manos que me sostenían, cuando abrí mis ojos no podía creer que ella estuviera aquí, ¿como es que está aquí?

—¿Danielle? —está vez en verdad tenía la esperanza de que no fueran imaginaciones mías. —¿Dani eres tú? —volví a preguntar pero ahora con miedo a que volviera a desaparecer.

—Si Maya, soy yo. —escuchar su voz otra vez, ver esos hermosos ojos marrón y esa melena castaña solo ocasionó que mis ojos se llenarán de lágrimas como lo ha hecho cada vez que ella entraba a mi mente. —¿Como estas? —no lo resistí más me lance a sus brazos para comprobar que era real. Dani se sentó al borde de la cama y fue más fácil para nuestros cuerpos encajar.

—Perdón… —intente decir pero las palabras no me salían. —Gracias… gracias por venir… gracias por estar aquí. —termine de decir y escondí mi cara en el lugar que tantas veces fue mi lugar seguro y otras tantas negué qué lo fuera. Su cuello.

—Llora, sé que lo necesitas. —hablo pasando su manos por mi cabeza y la otra acariciando mi espalda. —Sé que esto no es nada sencillo ni mucho menos fácil, pero lo vamos a superar. Porque estoy segura que volverás a jugar, porque quiero verte jugar otra vez con esos asqueroso tachos rosas. —esas palabras me sacaron una gran sonrisa.

—Sabes perfectamente porque los uso. —susurre desde mi escondite.

—No lo sé, pero lo sospecho. —dijo, dejando un beso en mi frente. Me separe de ella y me moví en la cama para que se recostara a mi lado. —Gracias. —volví a girar mi cuerpo para pasar mi brazo derecho por su abdomen y reposar mi cabeza en su pecho.

—Te extrañe mucho. —rompí el silencio que se había formado. —Perdóname por ser tan estúpida, por preferirla antes que a ti. De verdad perdoname, no sabes cuanto me arrepiento… —iba a seguir pero no me dejó continuar.

—Ya, basta. —se separó un poco de mi para verme a los ojos. —Lo hecho, hecho esta. En su momento me dolió mucho la manera en la que me trataste y la manera en que dejaste que ella lo hiciera, pero ahora estamos aquí. Ahora voy a estar aquí contigo, luchando a tu lado.

—Te amo. —solté sin pensar. —No sé exactamente si es pronto o demasiado tarde pero… fui una cobarde por no decírtelo pero de verdad, te amo. Te amo demasiado y me di cuenta muy tarde, me hace sentir mal el como nos alejamos y en cómo defendí a esa mujer que no vale nada. —levante mi rostro para dejarlo a centímetros del suyo. —Quiero conquistarte, quiero estar contigo. ¿Me darías una oportunidad de demostrarte lo mucho que te amo? —pregunté mirando sus hermosos ojos marrón y desviando mis ojos a sus labios.

No dijo nada solo levantó un poco su rostro uniendo nuestros labios en un delicado beso, lleno de amor, un beso pero lleno de sentimientos.

—Fuimos unas tontas por no hablar de esto…

—No, yo fui más tonta por cambiarte por esa mujer. Tomé decisiones precipitadas, no quise aceptarlo cuando me dijiste que ella me estaba manipulando, al contrario solo te culpe por no alegrarte de mi felicidad…

—Maya, ya dejalo atrás. Es momento de pensar en ti, en tu recuperación, en tu carrera…

—No me es fácil solo dejarlo atrás, pero si. Es momento de pensar en nosotras. —agregue.

Mi Futbolista Favorita.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora