Amenazas

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La aptitud de Maya me recordaba mucho a mi, en muchos aspectos como la forma en la que comenzó a perder las ganas y la esperanza, simplemente éramos muy parecidas. Y quería apoyarla para evitar que cometiera algún error parecidos a los que me dejaron fuera de las canchas.

Durante las últimas semanas comenzaron a llegarme mensajes con advertencias pero con el pasar de los días cambiaron para ser amenazas. Creía que era por cuestiones de mi trabajo o alguna chica resentida por no darle la oportunidad de jugar fútbol profesionalmente, pero todas esas dudas cesaron con una amenaza muy contundente y que me dejó con bastante miedo.

"Es ahora que esta revolcándose entre su miseria que debes abandonarla, porque sino lo haces YA quien pagará las consecuencias serás tu".

Esa nota me llego justo cuando regresaba de mi viaje, donde deje durante una semana a Maya. Y era cierto ella estaba realmente mal que le di espacio, un espacio que me dejó para nada feliz pero que esperaba le funcionará. Fue todo lo contrario, no comía y ni siquiera se levantaba de la cama, lloré con ella, sentía su sufrimiento como mio porque en mi peor momento también necesite qué alguien me acompañará y yo quería ser ese alguien para ella.

Con la primera visita de Maya a la psicóloga llego otra nota a mi oficina, al parecer esta persona sabía de los movimientos que hacía durante el día y también de la rutina de Maya, comenzaba a preocuparme y ya no podía ignorarlo.

"Es tu última oportunidad, sacala de tu casa antes se que sea demasiado tarde para ti, para Maya y para tu nana".

El me hiciera mención de mi nana aumento mucho más mi preocupación y lo primero que hice fue ir a buscarla a su pequeña casa.

—Hola mi niña. —saludo alegre la mujer ahora con su cabeza llena de canas y algunas arrugas en su rostro. —¿Como estás? —pregunto tomando mis manos entre las suyas.

—Ahora que te veo mucho mejor. —respondí acercándome a ella para abrazarla, ella es como mi madre y cuando ella creyó que ya no la necesitaba más en casa fue que decidió mudarse, me opuse porque la quiero y estaba acostumbrada a ella, pero tampoco podía obligarla a quedarse conmigo y fue que le busque un hogar pero ninguna de mis opciones le gustaron y al final ella escogió esta pequeña casa. —Te extraño en la casa, nana.

—Pero si ya no me necesitabas más, Dani. —siempre la voy a necesitar, ella es mi madre.

—Sabes que eso no es verdad, te lo he dicho muchas veces tu eres mi madre. Aunque no te guste. —le asegure porque ella siempre decía que no podría ser hija de una mujer tan bella como yo.

Me invito a comer y acepte encantada, yo sabía cocinarme perfectamente pero su sazón era incomparable. Después de la comida y de que le ayudara a levantar los platos de la mesa volvimos a la mesa con el pastel que traje para degustar.

—¿Que te aflige, mi niña? —esta mujer me conocía tan bien que ya se estaba tardando en preguntar.

—Nana, sé que ya soy una adulta pero siempre necesito de tus consejos de madre. —le dije mientras dejaba a un lado mi pastel. —¿Recuerdas a Maya?

—Si, la chica que te rompió el corazón y a la que no le declaraste tus sentimientos. Y por eso se casó con otra mujer. —ella estuvo en todo el proceso de dolor al ver a Maya casada con otra mujer y todo por no ser valiente.

—Nos volvimos a reencontrar. —solté sin levantar la mirada. —Ella sufrió una lesión y sus amigas me buscaron para apoyarla…

Mi Futbolista Favorita.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora