III

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Percy comenzaba a sentirse totalmente deprimido.

Justo cuando empezaba a sentirse aceptado, a sentir que tenía un hogar en la cabaña 11 y que podía ser un niño normal —o tan normal como se pueda cuando eres mestizo—, lo separaban como si tuviera una enfermedad rara.

Nadie mencionaba el perro del infierno, pero tenía la impresión de que todos lo comentaban a sus espaldas. El ataque había asustado a todo el mundo. Enviaba dos mensajes: uno, que él era hijo del dios del mar; y dos, los monstruos no iban a detenerse ante nada para matarme. Incluso podían invadir el campamento que siempre se había considerado seguro, pero teniendo ahora dos hijos de los grandes dioses, podría dejar de serlo.

Los demás campistas se apartaban de él todo lo posible. Después de lo que les había hecho a los de Ares en el bosque, la cabaña 11 se ponía nerviosa con él, así que tomaba lecciones ahora particulares con Luke, pues él había insistido en que debía enseñarle muchas cosas. Lo presionaba más que nunca, y no temía magullarlo en el proceso.

—Vas a necesitar todo el entrenamiento posible —le dijo, mientras practicaban con espadas y antorchas ardiendo—. Vamos a probar otra vez ese golpe para descabezar la víbora. Repítelo cincuenta veces.

A Luke no le molestaba mucho tener que entrenar a un crío de Poseidón. Percy sospechaba que no era por su increíble sentido del humor, si no porque Andromeda insistía en estar presente en aquellos entrenamientos.

Annabeth seguía enseñándole griego por las mañanas, pero parecía distraída. Cada vez que él decía algo, lo reñía, como si acabara de darle una bofetada. Después de las lecciones se marchaba murmurando para sí: «Misión... ¿Poseidón...? Menuda desgracia... Tengo que planear algo...».

Andromeda pasó de entrenarlo a enseñarle sobre los antiguos poetas y filósofos griegos. A decir verdad, Percy no entendía nada. Pero verla hablar de Sappho y de como ella no tenia escribir a sus amantes, que incluso lo animaba a leer poesía griega.

Incluso Clarisse mantenía las distancias, aunque sus miradas cargadas de veneno dejaban claro que quería matarlo por haberle roto la lanza mágica. Deseó que le gritara, le diera un puñetazo o algo así. Prefería meterse en peleas todos los días a que lo ignoraran.

Sabía que alguien en el campamento le tenía manía, porque una noche entró en su cabaña y encontró un periódico que habían dejado en dejado en la puerta, un ejemplar del New York Daily News, abierto por la página dedicada a la ciudad. Casi le llevó una hora leer el artículo, porque cuanto más se enfadaba, más flotaban las palabras por la página.

 

UN CHICO Y SU MADRE SIGUEN DESAPARECIDOS

      TRAS EXTRAÑO ACCIDENTE DE COCHE.

      POR EILEEN SMYTHE
   

    Sally Jackson y su hijo Percy llevan una semana en paradero desconocido tras su misteriosa desaparición. El Cámaro del 78 de la familia fue descubierto el pasado sábado en una carretera al norte de Long Island, calcinado, con el techo arrancado y el eje delantero roto. El coche había dado una vuelta de campana y patinado varios metros antes de explotar.

    Madre e hijo estaban de vacaciones en Montauk, pero se marcharon muy pronto en misteriosas circunstancias. En el coche y la escena del accidente fueron hallados pequeños rastros de sangre, pero no había más señales de los desaparecidos Jackson. Los residentes de la zona rural aseguraron no haber visto nada anormal alrededor de la hora del accidente.

Midnights , Percy JacksonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora