El Llanto de los Perdidos en el Infierno

I

Para el chico que olvidó cómo quererse.

Se mira en el espejo, un ojo disparejo.
Las palabras no tienen cuerpo, salen de su boca como si tuvieran miedo.
El amor es una vela que apagaron con regaños,
Dejó ir su vida para mantenerla a su lado.

Él ya no llora, las lágrimas se secan,
Tampoco se ríe porque el reflejo no se lo pide.
Se pregunta, "¿cuánto tiempo aguantaré esto?"
Sabe de sobra que no se quiere ileso.

No vive, sino que sobrevive;
El odio a su espejo le arrebató un consejo.
"Quiérete más", le susurró el corazón,
Su mente le dijo que no tenía razón.

Existe Dios pero no le quedan santos,
Él debió ser uno pero ellos lo encontraron,
Con martillos y clavos la realidad le distorsionaron.

Es un errante, no tiene remedio;
Camina solo y sigue con dueño;
La pesadilla mata, la tristeza le arrebatan
Él quiso luchar con una espada triturada.

No hay camino sin piedras ni rosas sin espinas,
Su corazón no palpita sin algunas heridas,
Por última vez, se mira y los sentimientos se acumulan.

"Soy fuerte,
Soy bueno,
Soy un rey, este es mi reino".

"Guardo cariño,
Guardo consejos, que me digo en momentos como estos".

"Tengo amor y comprensión en las manos,
Para rozar el cielo aunque no esté relajado".

"Todo está en mi mente, sé que de eso se trata:
Atar los males, arrojarlos cuando estorban,
Me lo digo y lo repito como si tuviera sentido".

"Me veo en el espejo, no tengo sentimientos
Ni rimas
Ni sueños
Ni cariño
Ni más cuentos..."

Se mira en el espejo, un ojo disparejo.
Las palabras no tienen cuerpo.
Salen de su boca como si tuvieran miedo
El amor es una vela que apagaron con regaños,
Así como él odia su reflejo, la existencia se le vuelve un reto.

El cielo es eterno.

No quiere seguir sufriendo.