XIV

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Para la chica de los sueños rotos

El público espera y se desespera,
De admirar a un cisne volar sobre sus cabezas,
De aplaudir y silvar a la imagen de una princesa.

Grácil, dobla su cuerpo con la facilidad de una hoja,
Se arma y deshace detrás de la escarcha.

El público espera y celebra,
Han visto a los reflectores iluminar un ángel,
Que asciende al ritmo de un violín desencajado y una sonata augurando el griterío de la victoria.

Ella salta y deja atrás el vértigo,
Helada hasta los huesos la pista se vuelve un velo,
Baila, que eso es para lo que estás hecha,
Deslízate y deslumbra que la caída se ha aletargado.

El público espera y ahí queda,
Mientras un desliz pulveriza el enmarcado de plata,
Y el hielo impasible no tiene pudor de ruborizarse en escarlata.

El público espera y se desespera,
La mujer helada se ha petrificado y su esencia mengua conforme el charco toma la fuerza de un arroyo.

Ella era elástica, movía su cuerpo como una goma,
Era un ave desplumada,
Sus pies reconstruidos se agrietaron al filo de su soberbia.

No queda nada por ver más que una promesa vencida,
Cuando los aplausos se han ahogado en la decepción del tiempo malgastado,
El público sabe que ha tenido suficiente de todo desencanto.

El Llanto de los Perdidos en el InfiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora