VII

15 0 0
                                    

Para el chico que se convirtió en notas musicales.

Un tic tic zumba en su cabeza,
Es un llamado a la puerta:
"¿Estás ahí, príncipe cantarín?"
Y el príncipe se esconde porque no puede cantar.

Para quemar la picazón de garganta, decidió dedicarle a su desgracia una sonata,
La melodía de la flauta no habla pero siente,
Tiene un cuerpo
Líquido como un remedio.

"¿Por qué no cantas algo para mí, príncipe cantarín?"

El llanto arrugó su piel,
Se prometió a sí mismo que no volvería a caer,
Pero la desgracia hace una cuna con sus sombras,
Olvidó su música porque la ilusión lleva guantes de arena.

"¿Cuándo volverás a presentarte, príncipe cantarín?
Dejé el escenario para ti"

Más que a las voces que es incapaz de articular,
Le tiene pavor a aquellas que vienen de los demás,
Ojalá fuera sordo para así no escuchar,
El susurro del diablo con apariencia de papá.

"¿Príncipe cantarín?
¿¡Qué me has hecho!?"

Y por primera vez en mucho tiempo, silencio.

Una mujer de llamas sangrientas le tendió la mano,
Su rostro de intenciones desnudas,
Con sólo ojearla es fácil notar la bellaquería.

Él corrió de las garras de lumbre,
Desconocía aquel entonces que para librarse hay que saber con quién quemarse.

La extraña de cabellera fulgurante le susurró a sus males:

"¿Tocarías una canción para mí, rey del viento?
Con tu sonido en mi espalda las palabras no serán necesarias"

Entonces la brisa le dio calor,
Lo convirtió en canción,
Que sólo a una flauta y al fuego protector les ofreció.

El Llanto de los Perdidos en el InfiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora