19: El Trofeo Después de la Victoria

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—Venga Esperanza, solo son niños—. Nos defendió Lidia la recepcionista del hotel de las amenazas que lanzaba la señora de la limpieza. Después de que la señora de la limpieza nos pillara a Lucas y a mí escondidos en un cuarto de la limpieza en el que no deberíamos estar, nos había llevado a recepción y nos había echado la bronca.

—Sabían perfectamente lo que estaban haciendo— le gritó Esperanza enfadada. Esperanza nos había hecho reunir a todos los demás que estábamos jugando y todos nos sentíamos bastante incomodos escuchando la discusión entre la señora de la limpieza y Lidia que nos estaba defendiendo.

—Solo estaban jugando, Esperanza. No seas tan dura con ellos. Solo se han colado en un lugar prohibido, no han roto ni robado nada— dijo Lidia intentando mantener el tono tranquilo, pero se notaba que se estaba ya desesperado. Crucé una mirada cómplice con Lucas y escondí el collar dentro de mi camiseta —. Además, estoy segura de que no lo van a repetir. ¿Verdad chicos?— nos preguntó Lidia girándose hacia nosotros y haciéndonos un gesto para que contestáramos.

—No lo vamos a volver a hacer—dijimos al unísono con tono arrepentido.

—Lo sentimos mucho Esperanza, no era nuestra intención colarnos en el cuarto de la limpieza y asustarte— dije, tenía un tono arrepentido en mi voz, pero por dentro estaba intentando no reírme. La situación no era graciosa, pero suelo reírme en el momento equivocado. Esperanza quería echarnos del hotel, pero por suerte, Lidia nos estaba ayudando y ahora lo más probable es que simplemente nos lleváramos una broca.

La señora de la limpieza soltó un suspiro desesperado, rodó los ojos y finalmente se fue. Ella no se había creído que nosotros estábamos jugando al escondite, ella creía que lo único que queríamos hacer era asustarla por eso estaba tan empeñada en echarnos del hotel.

—Sé que sois buenos chavales, podéis iros ya. Pero no os metáis en más líos, que yo no podré defenderos— nos dijo Lidia con una sonrisa dulce.

—Muchas gracias Lidia, nos has salvado— le respondió Lucas amablemente.

Lidia nos sonrió y volvió a su trabajo. Nosotros subimos hacia nuestras habitaciones intentando hacer el menor ruido posible y no llamar la atención. Nos dividimos en tres grupos y nos metimos cada uno en una habitación, y aunque anteriormente habíamos intentado no llamar la atención, en cuanto estuvimos dentro de la habitación rompimos en carcajadas. Nos estuvimos contando las diferentes versiones de lo que habíamos vivido al jugar al escondite: donde nos habíamos escondido, con quién habíamos estado, con quién nos habíamos cruzado, que habíamos hecho...

Teníamos un montón de problemas y preocupaciones encima, como la semifinal del torneo que jugábamos esa tarde o los deberes y exámenes que tendríamos al volver. Y Sabíamos que cuando los entrenadores se enteraran de que casi nos echan del hotel por jugar al escondite, nos caería una buena bronca, pero de momento nada de eso nos importaba. En ese momento nos olvidamos de todo eso, nada de eso nos pareció importante. Éramos solo nosotros y nuestras risas.

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Viernes 12 de mayo, 2023

—¡QUE BUENA LUCAS!— Grité emocionada después de ver el remate que había pinchado Lucas en la línea. Había sido perfecto, la batida había sido ejecutada con total perfección y había logrado engañar completamente a sus rivales.

Ambos equipos ganamos ayer la semifinal por lo que los dos nos habíamos clasificado para la final. La final masculina se jugaba a las 9:30 y la femenina a las 12, así que mi equipo estaba en las gradas animando a el de Lucas. Era ya el cuarto set, el equipo de Lucas había ganado dos set, por lo que si ganaban este acabaría el partido con un 2-1 a favor de nuestro club. El rival había tenido suerte, y había conseguido ganar el segundo set. Pero el equipo de Lucas se había recuperado rápido de esa pequeña derrota y había ganado el siguiente set.

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