Capítulo Seis

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SeokJin.

Jin arrastró a Song Yuqi a través del pasillo con mucha más velocidad y agresividad de lo que una chica tambaleándose en tacones de cinco pulgadas estaba probablemente acostumbrada, pero necesitaba poner algo de distancia entre él y G.I. Joe de vuelta a la cocina.

Una pequeña parte de Jin se sentía culpable por dejar el hombre para limpiar su desastre, pero la otra parte de él todavía estaba pensando en la erección del susodicho soldado presionada contra su espalda.

Jin podría apostar su fondo fiduciario completo a que Nam había estado a dos segundos de besarlo antes de que Yuqi irrumpiera en la cocina como el desorden caliente y descuidado que era, y Jin estaba cien por ciento seguro que lo hubiese dejado hacerlo y setenta y cinco por ciento seguro de que era la peor idea de la historia.

Dios, ¿que se supone haría Jin con Nam? El tipo estaba casado, con un niño. Incluso si era gay, no estaba disponible, y Jin podría ser un montón de cosas, pero no era un rompe hogares.
Al menos, nunca lo había sido.

Una vez entraron a su habitación, él cerró la puerta. En un momento de locura, él contempló la idea de deslizar una silla bajo el picaporte. Tomó aire profundamente y lo dejó ir, tratando de calmar sus nervios desgarrados.

Pero entonces un pensamiento se formó, como si estuviera en casa dentro de su cerebro. Nam y él estaban juntos y atrapados por los próximos seis meses. Seis jodidos meses de lo que sea y jodido fuera de lo que pasó en la cocina, o que casi pasó, o lo que sea. ¿Cómo iba a Jin aguantarlo? No era lo suficientemente fuerte para decir que no.

Jin no sabía si debía reír o llorar. Este problema en particular nunca debió pasársele por la cabeza a su padre mientras contrataba a Nam. Su viejo no era capaz de imaginar un mundo donde alguien como Nam pudiera mirar a alguien como Jin y no viera algo diferente a alguien patético y débil.

Jin tampoco podía haberlo sospechado, pero no se había imaginado los dedos de Nam hundiéndose en su carne o su respiración contra el cuello, o su polla dura como roca presionada cómodamente contra la parte baja de la espalda de Jin.

Yuqi se giró de la nada, sacándolo de sus pensamientos antes de que hubiese podido lidiar con su inconveniente erección.
Ella hundió una afilada uña color ciruela contra su pecho. 

—Ok, cara de bebé. Háblame. ¿Qué estaba pasando allá fuera contigo y con el Sr. Sexo-andante? Se veía como si estuviera a punto de montarte contra el mesón de la cocina.

—Cállate —Dijo, pero no pudo tragarse sus palabras.

—Está bastante viejo, ¿no?

No le respondió, solo hizo rodar los ojos. El día de ayer, él podría haber llamado a Nam viejo, pero hoy, pensaba que solo era lo suficientemente mayor.

Jin dio una mirada hacia sus joggers y camiseta empapados, y brevemente consideró cambiarse de ropa, pero apartó la idea. Quizás la fría y apretada tela lo mantendría lo bastante incómodo para que dejara de revivir los últimos quince minutos en la cocina.

—Por favor, tienes que darme algo. ¿Estaban ustedes dos a punto de bautizar las preciosas encimeras de mármol de tu madre?

Jin suspiró. No tenía idea de que habría pasado si Yuqi no hubiese aparecido, y honestamente no estaba seguro de querer saberlo. Había algo en la manera en que Nam lo miró, como si pudiese ver a través de él de alguna forma.

Dejó a Jin nervioso y trastornado. Si Nam al observarlo lo dejaba sin aliento y tembloroso, ¿qué diablos pasaría si lo besaba… o algo más? Jin no era exactamente virgen, pero Nam lo hacía sentir como uno.

Embriagador||NJ|| ADAPTACIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora