SeokJin.
Nam había estado al teléfono por horas, primero con Jackson y ahora con su hermano. Jin no estaba espiándolo. No era su culpa que la voz de Nam se colara desde el patio hasta su habitación. Claro, él podría haber estado sentado detrás de la puerta donde la acústica era mejor, pero el punto era que Nam no podía estar enojado con Jin por escuchar.
—Lo siento, Ji. De verdad. Encontraré a una nueva enfermera para la noche así puedes dormir un poco.
Jin no estaba seguro de cuál había sido la respuesta de Jimin, pero no se perdió de la tensión en la voz de Nam o el suspiro pesado que puntuó sus palabras. Jin no podía imaginarse cuidando de alguien veinticuatro horas al día, siete días a la semana, especialmente no a alguien con demencia severa.
Sonaba exhaustivo e ingrato en sus mejores días. Pero, ¿detener tu vida entera para cuidar de una persona que te abandonó con una madre loca?
Eso iba más allá del desinterés, parecía bordear a lo masoquista. No era como si Jin debiera señalar con los dedos. Él siempre estaba buscando formas nuevas y creativas de hacerse daño a sí mismo.
— ¿Has oído de Lisa de tu anterior trabajo? —Nam preguntó antes de decir —. Jimin, estás comenzando a hacerte de renombre. Esto es una locura. Ponlo en el hogar estatal que encontraste en Seúl y regresa a Hong Kong.
Regresa a tu vieja vida. Odio que seas tú quien se lleva la peor parte de todo esto.
Jin se preguntó cuánto costaban los cuidados permanentes de un paciente con habilidades limitadas para cuidar de sí mismo. A Nam le pagarían un cheque de seis dígitos solo por pasar el rato con Jin todos los días, y lo único que hacían era asistir a esos aburridos eventos de caridad.
Imaginó el costo de llevar la vida entera de una persona, mantenerlo con vida... debía valer una fortuna pequeña. Al menos tanto como el salario de Nam. Fue por eso que él aceptó hacer del niñero de Jin.
La noción torció algo muy dentro de él. No era que a Jin le doliera el cheque que Nam recibiría. Ese dinero no era por el sexo con Jin. En su cabeza lo sabía. Pero una parte oscura dentro le susurraba que él solo era el medio para un fin, un cheque con beneficios, y tan pronto como el cheque estuviera entre sus manos, no volvería a escuchar de Nam jamás.
Jin agitó la cabeza. Por supuesto que no volvería a saber de él. Ese era el punto. Ellos estaban teniendo una aventura. Incluso, aunque no fuera así, ¿Qué haría Jin? Su padre jamás lo iba a liberar. No había mundo alguno en donde él y Nam pudiesen estar juntos. Así era la forma en que el mundo funcionaba.
Mientras más pensaba en ello, Jin se tornaba más sombrío. Vagó hacia la cocina, se hizo un sándwich de mantequilla de maní antes de apuñalar el bote con el cuchillo y dejarlo puesto en el mostrador, como una advertencia hacia todos los otros bocadillos para untar de que no se metieran con él.
Se sentó en el mostrador, desgarrando el pan en pequeñas piezas, pero sin llegar a comerlas. En su lugar, frunció el ceño hacia la figura retirada de Nam, bajando la cabeza cada vez que él se giraba y caminaba hacia atrás.
Su teléfono vibró contra el mostrador, captando su atención. Era un mensaje de Yuqi.
¿Arregló Nam lo de tu investigador privado escaleras abajo?
¿Lo había hecho? Jin no tenía ni idea. Nam le había dirigido cinco palabras si acaso desde que regresó.
Algo así. Todo lo que él dijo es que el tipo trabaja para mi papá.
Yuqi: ¿Arruiné un reventón perfectamente bueno para esto? Lucía como si hubiese atravesado un túnel de viento para el momento en que me encontré con Miguel. Qué imbécil. Debería enviarle la factura. Espera. ¿Por qué tu papá contrató a un investigador privado?
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Embriagador||NJ|| ADAPTACIÓN
FanfictionA Kim Namjoon le ha sido encargado el trabajo más fácil en el mundo. Hacer de niñero del hijo mimado de un senador conservador, mantenerlo fuera de problema y recibir un cheque de seis dígitos. Un cheque que él necesita desesperadamente. El padre d...