Embriagador||NJ|| ADAPTACIÓN

Capítulo ocho

SeokJin.

Jin no dijo nada, se quedó ahí tendido respirando profundamente, esperando que sus extremidades volvieran a funcionar. La sensación post-orgasmo se estaba disipando rápidamente y la evidencia del encuentro secándose sobre su piel, provocando picazón.

Jin nunca se había acostado con un chico. Había tonteado dentro de carros y baños e incluso en el congelador industrial de Bar Lounge, pero nunca en una cama. Era demasiado… íntimo. Demasiado personal.

Él disfrutaba poder correrse y luego literal correr. Antes de que cualquier persona pudiera reconocerlo. Pero esta vez no había manera de escabullirse.

Nam estaba allí mismo, presionado contra él, extendido desnudamente con una mano detrás de su cabeza y con la otra sobre su estómago, como si estar acostado con Jin en la cama no fuera la gran cosa.

De pronto no lo era para Nam. Él estaba casado. Tenía un hijo. El estómago de Jin se revolvió. Después de que Yuqi se fuera, debería haberse quedado en cama como lo había planeado, pero después de medianoche su estómago le exigió sustento y se había deslizado a la cocina.

Había una nota en la puerta del microondas. Nam había preparado la cena y la había dejado para él ¿Quién hacía eso? Ni siquiera se conocían, y Nam le había mostrado más consideración que nadie nunca en su familia había hecho.

Por eso se fue al cuarto de Nam, para darle gracias por la cena. Al menos, esas eran las intenciones de Jin. No había esperado encontrar a Nam luchando y quejándose, llorando. Solamente quería despertarlo. Pero cuando tocó su pecho, Nam lo rodó debajo de él y apretó su garganta haciendo que el cerebro reptiliano de Jin se activara.

Y aparentemente, a esta lagartija le gustaba ser tratada duramente por hombres calientes y desaliñados en ropa interior.
Jin quería darse la vuelta, enterrar su cara en la almohada y esperar que Nam se fuera, pero era su cama.

Cuando el colchón se movió, Jin no pudo evitar mirar en dirección a Nam, admirando la vista de su trasero esculpido mientras caminaba desnudo por la habitación y abría la puerta del pequeño refrigerador en la esquina. Cuando regresó, se sentó frente a Jin.

—Vamos. Arriba. Siéntate —. El tono de Nam no daba lugar a discusiones. Si la polla de Jin podría recuperarse, lo habría hecho.

—Bebe esto.
Lo miró fijamente por un momento, pero luego la agarró y se tomó la mitad. La iba a devolver, pero Nam negó con la cabeza.

—Todo. —. Jin hizo lo que se le dijo y Nam tomó de vuelta la botella vacía.

—Acuéstate de nuevo.

Esta vez Jin se dio la vuelta. No quería que lo cuidaran. No quería que Nam actuara como si esto significara algo. Estos encuentros nunca significaban nada.

No podían ¿Qué sentido tenía? Cuando Nam curvó su cuerpo contra Jin y lo apretó contra él, Jin se congeló.
—Sabes que no tienes que hacer esto ¿Cierto? Labios trazaron su nuca.

—Me gusta acurrucarme después de un orgasmo. Supéralo.

Jin resopló, un poco enfadado.
— ¿No tengo voz ni voto en esto?

Jin sintió un escalofrío al oír el gruñido áspero de Nam
—Nop. Mi cuarto, mis reglas.

Silencio cayó sobre la habitación, el único sonido era el movimiento rítmico del ventilador y el ritmo del corazón de Jin latiendo en sus oídos. Los dedos de Nam se extendieron sobre el vientre de Jin, su pulgar frotando círculos perezosos que agitaban algo muy profundo dentro de él.