Capítulo Veinte

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Seokjin.

No era que Jin no quisiera a su abuela. La quería, tanto como una persona podría amar a alguien que apenas conoce. Ella era lo más parecido a un humano que probablemente encontraría columpiándose en su árbol genealógico.

Pero Shin EunYeong era lo que a Yuqi le gustaba llamar una rompe-pelotas. Era vieja y medio ciega y estaba sentada en una silla de ruedas que parecía haberla sacado directamente del ático de una película de terror.

Jin podía contar con una mano el número de veces que había tenido algo más que una conversación pasajera con la mujer desde su nacimiento. Su madre y su abuela no se hablaban, aunque Jin no sabía por qué. Supuso que lo que sea que había sucedido era culpa de su madre. Shin JiWoo eran una persona difícil incluso con una dosis triple de Xanax49.

Cuando alcanzó a Yuqi, ella se sentó en cuclillas junto a la silla de ruedas de mimbre de su abuela, agarrando los nudosos dedos de EunYeong y riéndose de algo que la mujer decía. Jin no tenía idea de por qué Yuqi quería tanto a la mujer.

Sólo se habían visto dos veces, pero parecían viejas amigas ¿Quizás su abuela era senil y pensaba que Yuqi era otra persona? Quizás Yuqi también estaba un poco senil.

La mujer se parecía mucho a una versión envejecida de su madre, sólo que su cabello plateado estaba recogido en una complicada configuración de vueltas y ondas, todo decorado con una horquilla de rubí chillón. Jin y su madre se parecían a EunYeong en tono de piel y color de ojos, pero todo en su abuela era frágil, incluida su personalidad.

Él se inclinó y la besó en la mejilla, y ella no le dio palmaditas en la mejilla sino que lo abofeteó. —Bueno, si no es mi nieto desaparecido. Pensé que quizás también te habían metido en una casa y se habían fugado con tu fondo fiduciario—. Los ojos de Jin se agrandaron y Yuqi se rio.

No estaba equivocada, pero la gente los rodeaba por todos lados, gente a la que nada le gustaría más que chismear sobre Jin y su familia.

El juez Jung Hoseok estaba parado junto a su abuela. Era uno de los compañeros de golf de su padre. Un evangélico con intenciones ocultas. El tipo favorito de su padre.

—Sí, Jin. Pensamos que tal vez estabas en rehabilitación y tu padre estaba demasiado avergonzado para decírnoslo—. Bromeó el hombre, agitando su largo vaso vacío.

A Jin se le revolvió el estómago, pero puso una sonrisa falsa en su rostro, volteándose hacia su abuela.

—He estado ocupado con la escuela, Nana. Eso es todo.

Los ojos de Hoseok destellaron en el brillo de un centenar de candelabros. —Eso es gracioso. Jenie dijo que no te había visto por el campus en casi un año.

Jenie era una pequeña soplona de rostro puntiagudo. —Su hija es una Tri-Delta. No me gusta mucho la vida griega.

—Podrías haberme engañado—. Murmuró EunYeong, mirando a Nam de arriba abajo con una mirada conocedora que hizo sudar a Jin.

Antes de que pudiera pensar en una respuesta decente, la esposa de Hoseok se unió a ellos. Era una mujer de mediana edad que vestía una base dos tonos demasiado oscuros y un vestido amarillo que hacía que su tez se viera pálida como si tuviera una afección médica.

—Allí estás. Lo juro, había una cola para el baño de mujeres casi hasta fuera del vestíbulo. Algunas de esas feministas locas lograron entrar al hotel, creo.

— ¿Por qué dices eso?—. Preguntó Hoseok, mirando por encima del hombro como si una feminista pudiera estar al acecho detrás de él.

—Bueno, la mujer en el cubículo a mi lado estaba usando los zapatos más masculinos. Creo que podría haber sido una lesbiana.

Embriagador||NJ|| ADAPTACIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora