Capítulo Veinticinco

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NamJoon.

Nam abrió los ojos nublados, sintiéndose como si hubiese sido arrollado por un camión. Sin mirar, supo que Jin no estaba a su lado. La cama se sentía vacía.

Él se sentó, notando la puesta de sol mientras su mano buscaba ciegamente la mesa auxiliar.

—Si buscas tu teléfono, se está cargando en tu habitación —Dijo Jin.

Sentado en la silla frente a su iluminado tocador, el cual estaba esparcido de tubos coloridos y botellas de maquillaje. Jin estaba cubierto de maquillaje también y miraba a Nam por el reflejo del espejo.

— ¿Qué hora es? —Nam preguntó con voz cruda.

Jin deslizó un aplicador de plástico pequeño sobre sus labios. —Casi las siete.

— ¿De la noche? ¿Cómo...?

Él chasqueó los labios.

—Tuviste una noche difícil. Necesitabas descansar. Puse tu teléfono en tu habitación. Mensajeé a Yuqi y ManJung para que no vinieran hoy y me aseguré de que mi padre estuviera todavía fuera de la ciudad. Sabía que nadie más nos molestaría. Aunque, he estado revisando tu teléfono, solo en caso de que Jimin llame por tu padre.

Nam gruñó, enterrando los dedos en sus ojos antes de tropezar desnudo dentro del baño para aliviarse a sí mismo y salpicar algo de agua en su rostro. Se sentía con resaca. Nunca había tenido una regresión mientras estuviera despierto. Solo pesadillas mientras dormía.

Quizás era sonámbulo. Solo que no podía recordarlo, y ese pensamiento lo dejó frío por dentro. ¿Qué sucedía si volvía a dañar a Jin de nuevo?

Jin. Su nombre era como una granada detonando en el pecho de Nam, dejándolo destrozado y esparcido a su paso.

Este chico... estaba constantemente sorprendiéndolo. Jin había cuidado de él la noche anterior.

Había investigado sobre cómo tratar con las regresiones de Nam, se había sentado allí por quién sabe cuánto tiempo esperando a que Nam volviera a sí mismo. Lo protegió la noche anterior, cuidando de él todo el día, e incluso mantuvo a las personas en su vida alejadas... todo por Nam.

Lo pensó todo, incluso sobre Jimin y su papá. Mierda. Nam no sabía qué jodidos hacer con esa información. Deslizó una mano sobre su cara desaliñada, repentinamente sintiéndose cien años más viejo y más confundido que nunca.

Cuando regresó a la habitación, vagó hasta Jin, quien usaba una capucha rosada y un par de pantalones cortos blancos que dejaban expuestos sus largas piernas. Él miró lascivamente el cuerpo desnudo de Nam en el espejo, con una sonrisita en su cara.

—Hey, daddy —Dijo en una voz cantarina, claramente divertido consigo mismo.

La manera en que la polla de Nam respondió a esa palabra que salió de los labios de Jin fue devastadora, su sangre precipitándose al sur.

Él giró lentamente la silla del chico lejos del espejo, presionando un beso prolongado en la boca de Jin. Sabía a fresas, pero olía como a loción bronceadora, y Nam deseaba enterrarse a sí mismo en su esencia. Quería enterrarse a sí mismo en Jin.

La expresión de Jin mutó en preocupación, entrecerrando los ojos hacia Nam.

— ¿Cómo te sientes? —Preguntó, recorriendo con sus suaves manos a través de su mandíbula desaliñada.

La preocupación de Jin había formado un nudo en el pecho de Nam. Esa era una pregunta capciosa, una con la que Nam no quería tratar así que solo jaló a Jin en otro beso, más sucio esta vez, dejando a su lengua explorar mientras guiaba la mano de Jin a su polla medio dura. — ¿Cómo crees que me siento?

Embriagador||NJ|| ADAPTACIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora