Creo que empezaré a poner avisos sobre el contenido por si acaso. Así que...
Avisos: Contenido explícito, cosas raras y Gerard siendo una diva.
...
Frank se encontraba de rodillas, con ambas manos pegadas a la puerta y mirando al interior del dormitorio por el agujero de la cerradura.
Dentro, Gerard se paseaba por la habitación casi desnudo, solo con unos calzoncillos con estampado de leopardo puestos, parado ahora frente al espejo, moviendo su cadera a los lados para ver mejor como le quedaba la ajustada tela. Dió una vuelta y se sonrió en el reflejo, girando levemente su cuerpo para verse el trasero.
Frank se mordió el labio, su cuerpo se tensó y sintió su propio aliento chocar contra la puerta y volver a acariciar sus labios. Fijó su avellana vista en como el mayor desvestía sus boxers de estampado animal y escogía otros del mismo estilo. Estos parecian todavía más ajustados, pero a la vez se adaptaban perfectamente a las curvas del cuerpo de Gerard. Eran de fina tela blanca, con trazados negros que simulaban la piel de una cebra.
Frank jadeó apretando fuerte los dientes, el estómago le ardía y su semi-duro miembro le estaba dando señales de que los jeans eran demasiado justos para él. Pasó su mano por el pelo y apretó el puño frustrado, quería entrar y tirar a Gerard a la cama para montarle como a un potro salvaje, pero sabía que estaba castigado y a Gerard no le gustaba la desobediencia.
Suspiró y siguió mirando, como ahora lo único que cubría la entrepierna del mayor era un tanga rojo con un lacito del mismo color.
Un leve gemido escapó de los labios del pelinegro cuando sin querer apretó el paño de la puerta y esta se abrió, haciendo que el chico caiga de morros al interior de la habitación.
Gerard se giró de inmediato, frunciendo el entrecejo con enojo. Cogió su ropa y se vistió deprisa, acercándose a Frank con las manos sobre sus caderas."¿Qué hacías allí eh?" preguntó apuñalando al menor con la mirada. Frank tragó saliva y retrocedió arrastrándose hasta la pared del dormitorio.
"Lo siento, papá." jadeó con miedo, nervioso, pero excitado a la vez. Gerard gruñó por lo bajo y negó con la cabeza, sin saber que hacer.
"Se supone que estás castigado." musitó caminando de un lado para el otro de la habitación. "¿Qué haré yo contigo?¿huh?"
Frank parpadeó deprisa y exhaló aire.
"Yo... Uh..." balbuceó entrando en pánico, Gerard le ponia nervioso cuando se enfadaba así, y él lo último que quería era hacerle enfadar.
"Si acepté ser tu padre fue porque me necesitabas, hicimos un pacto, no lo estás cumpliendo." habló Gerard, cruzándose de brazos sobre el pecho, exigiendo respuesta con la mirada. Frank palideció todavía más, él no tenía intención de molestar, quería ser bueno, pero no le salía bien. Cualquier cosa que tocaba, la rompía, contestaba mal y dejaba la casa desordenada por donde sea que pasara, pero no era su culpa, él tan solo estaba siendo Frank, y Frank era así de desastre.
"Sé que fui malo, no te enfades, por favor, papi, prometo ser bueno." dijo en un tímido susurro, poniéndose de rodillas de nuevo y juntando sus palmas frente al más alto. Sus ojos se veían vidriosos, como cada vez que se sentía culpabe por algo.
"Has sido un niño muy malo, Frankie... Muy, muy malo..." respondió Gerard relajando su mueca, tomando la mano del pelinegro para que este levantara del suelo.
"¿Qué tiene que hacer papi contigo ahora?¿Hmmh?" acarició con su mano el pelo azabache de Frank y retiró el largo mechón del flequillo atrás de su oreja.
"No, no sé..." musitó respirando deprisa, su entrepierna seguía punzando con fuerza y cada palabra de Gerard le ponía más y más duro, necesitaba descargar toda aquella tensión y su cuerpo no hacía más que temblar con impotencia.