O2 | PROTECCIÓN.

275 47 107
                                    

   —Mi mami me había dicho una vez de este lugar

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

   —Mi mami me había dicho una vez de este lugar. —dijo la cría de adeptus, mirando los paisajes de la nación de los contratos. —¡Decía que hacían magia acá! Crear truenos que golpean, plantas, rocas con muchas figuritas, ¡hasta usar el fuego! —exclamó él, con emoción.

  Xiao se mantuvo en silencio, ajeno a la conversación, muy concentrando en el camino que usaban para llegar a los dominio de la Preservadora de Nubes; no obstante, la vocecita chillona que sonaba tras su espalda hacía su deber de concentración algo totalmente complicado.

  Por lo que estaba diciendo, deducía de que el pequeño andaba hablando de las visiones otorgadas a los mortales, un regalo de los dioses mejor dicho. En Teyvat, era normal ver a los humanos poseyendo una visión elemental, aunque la variedad era enorme. Sólo manipulaban siete elementos, donde todos tenían sus ventajas y desventajas. Él, por su parte, poseía una visión Anemo, la cual le daba el poder de manipular el viento. La usaba cada tanto, puesto que más usaba su lanza para encargarse de los demonios de Liyue. No obstante, debía de admitir que dicha visión le había ayudado bastante, además de haberla obtenido en un momento tan oscuro de su vida.

  De alguna u otra forma lo consideraba como un regalo piadoso de los dioses por su tan desdichada persona. Él, un adeptus nacido por y para la guerra, con un historial muy turbio desde el momento en que abrió los ojos, no sentía la libertad cuando no poseía una visión. Quizás por ello, por la gran pena que su alma encadenada brindaba, fue bendecido por una señal de los dioses, del Dios de la Libertad. Y ahora, con el poder del viento en sus manos, era libre de hacer lo que quisiera... aunque no estaba librado de los pecados y errores del pasado.

  No era totalmente libre.

  —Aunque mi mami también podía usar algo. —Continuó el infante. —¡Ella usaba el agua! ¿¡A que no es genial!? Mi mami hacía figuras de agua, aves, flores, ¡hasta cisnes! Decía que era visión... eh... ¿chydro? ¿Cydro? ¿Nidro?

  —Hydro. —corrigió él, escuchando a la conversación luego de tanto tiempo.

  Se le vino a la mente una persona en particular que conocía desde hace tiempo, la cual manejaba el agua con maestría. ¿Acaso cabía la posibilidad de...? No, imposible; Xiao descartó aquella opción de inmediato. Imposible. Ella estaba muerta. Lo sabía a la perfección. El arma de su antigua compañera la guardaba con recelo desde el día que la encontró, ensangrentada, caída, luego de la dura batalla que causó el Cataclismo.

  Aquella mujer adeptus era una soñadora excesiva; él la recordaba. Siempre dispuesta a lanzarse al peligro sin pensarlo dos veces, sin entender el cómo luego salía victoriosa de cualquier encuentro con demonios caídos, a pesar de que se viera a simple vista difíciles de roer. Asimismo, amaba la música, los bailes, y había ocasiones donde se terminaba infiltrando a la ciudad con tal de admirar a los bailarines dando sus espectáculos y así copiar los pasos de baile.

lycoris radiata | xiao - genshin impact. ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora