LYCORIS RADIATA | Xiao, el Guardián Yaksha, vive su vida de forma calmada a excepción de los momentos en donde tiene que salir a patrullar y pelear contra los demonios qué golpean Liyue desde tiempos de antaño.
Él, un ser nacido por y para la guerra...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
—¿Cómo pudo traer...?
El pelirrojo quedó sorprendido al ver a tantos Slimes Anemo, donde unos estaban en el suelo, mientras que otros volaban en el cielo, a sus anchas, ignorando olímpicamente la presencia de ambos Yaksha.
—Me fui hasta Monstatd, no encontraba muchos. —Justificó el Yaksha.
—El Arconte Anemo no estará feliz si ve que usamos Slimes de su elemento...
Xiao le restó importancia.
—Tu entrenamiento será algo similar a lo que practicaste ayer. —Explicó el Yaksha Anemo ni bien Indharus dio un paso afuera de la residencia. —Básicamente: tendrás que aprender a esquivar y atacar al mismo tiempo.
Era sencillo si lo veías desde la perspectiva del más grande. No obstante, Indharus lo asimiló como un gran reto que sí o sí debía de superar.
Xiao salió de la Relajatetera, dejando en soledad al pequeñín, el cual no perdió tiempo y comenzó con su entrenamiento.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
El Abismo solía actuar desde las sombras, atacando a los ciudadanos de Liyue cuando no había rastro alguno del Guardián Yaksha por las zonas. Difundirán terror y miedo con cada ataque que realizaban.
Los pocos descendientes de aquellos que pudieron sobrevivir al Cataclismo de Khaen'riah, podían decir que las descripciones de aquel día eran desalentadoras. Según ellos, sus ancestros veían el caos y la destrucción correr por Liyue en el momento en que el cielo se tornó de rojo y varias maquinarias eternas aparecieron en la nación del Arconte Geo, al igual que el Abismo ascendió a Teyvat para sembrar caos y provocar destrucción.
Xiao recordaba el día donde pudo presenciar el Cataclismo. De hecho, ni siquiera estaba en la ciudad, sino en un punto más alejado de esta.
El terror y el miedo seguían en él cada vez que recordaba con lujo de detalles aquel día.
«Los cielos de Teyvat mostraban un tono carmesí espeluznante. Las figuras de máquinas invadiendo los cielos y la tierra de Liyue, a la par que bestias del Abismo se alzaban contra las civilizaciones... caos, miedo y pánico sembraban.
