O4 | LA MÚSICA DE LOS RECUERDOS.

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  Dos semanas teniendo bajo su cuidado a Indharus y todavía no se acostumbraba a aquella sensación de tener bajo su cuidado a un menor; en esas dos semanas, hubo muchos cambios en su vida diaria

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  Dos semanas teniendo bajo su cuidado a Indharus y todavía no se acostumbraba a aquella sensación de tener bajo su cuidado a un menor; en esas dos semanas, hubo muchos cambios en su vida diaria. 

  Uno de ellos fue aprender a cocinar. 

  La anécdota era demasiado graciosa desde un punto de vista en tercer plano, puesto que Xiao había descubierto que aquel enano de cabellera rojiza tenía un paladar fino cuando se trataba de comidas; había sido una breve visita al puerto de Liyue, ya que Preservadora de Nubes había dictaminado que Xiao debía de buscar la forma de que aquel niño viviera de forma digna, y eso le obligó a conseguirle ropa nueva. 

  No era fanático de estar en sitios concurridos, pero no le quedaba de otra porque a Indharus le urgía un cambio de ropa. 

  Luego de estar varios minutos intentando mantenerse en calma debido a una pequeña crisis en su interior al ser consciente de que tendría que convivir por varios minutos entre los mortales, Xiao, en compañía de Indharus, se adentró al puerto de Liyue, buscando un cambio de ropa más adecuado para un niño que le gustaba jugar a cada rato con Slimes Anemo y hacer carreras con los hilichurls que tenían antorchas de fuego. 

  Después de una larga travesía donde finalmente adquirió un cambio de ropa para el menor, Indharus terminó atraído por un aroma de una comida muy exótica. Se trataba de un puesto que vendía comida típica de Inazuma, la nación de la Arconte Electro; allí fue donde descubrió que Indharus tenía una gran preferencia en una comida en específico: el dango tricolor. 

  Y por tal motivo, se vio obligado a aprenderse la receta de una comida típica de una nación ubicada en medio del mar. 

  Ahora mismo estaba comiendo un buen tofu de almendras en compañía de Indharus, el cual estaba distraído viendo uno que otro cristalóptero Geo que Xiao había atrapado en un pequeño pote de vidrio, para que así el pequeño estuviera más distraído cada vez que el Yaksha Anemo se tuviera que ir por varios minutos a realizar su trabajo diario. 

  La relación no era tan estrecha; Indharus se dedicaba a jugar todo el día y Xiao se dedicaba a cuidarlo mientras hacía su trabajo diario. No se dedicaba a estrechar lazos con aquel infante, no lo veía necesario. Después de todo, ni bien encuentren a su madre, aquel niño se iría de su lado al instante y prefería no apegarse demasiado. ¿De qué le serviría tener un lazo estrecho si al final era consciente de que se iría de su lado? De nada servía. Sólo causaría dolor. 

  —Señor Xiao, ¿le gusta cantar? —preguntó de repente el de ojos ámbar, causando así que el mencionado se detuviera en devorar su plato de comida. 

  ¿Hace cuánto tiempo no había entonado unas cuantas melodías a través de sus cuerdas vocales? No tenía idea. Lo que sí sabía era que la última vez que cantó fue hace mucho tiempo. 

  —Canté pocas veces. —respondió él. 

  —¡Entonces sí canta! —exclamó el menor, más contento. —Mamá me enseñó a cantar, siempre pedía que le cantara para ella porque le hacía feliz. Había veces donde ella también cantaba o intentaba hacer sonidos como "música", ya que "un cantante no es nada sin su músico, y un músico no es nada sin su cantante". 

  «Mamá siempre me decía que la música daba vida a todo ser vivo que hubiera en Teyvat. Por eso, a ella le gustaba que yo cante, ¡aunque a mí me gusta que ella cante! La voz de mi mamá me calma mucho cuando siento miedo. Cada vez que tenía una pesadilla muy fea, ella llegaba y me abrazaba muuuy fuerte y cantaba. 

  «"Pequeña florcita, que tus sueños sean librados de la ponzoña, que tu sonrisa no se vea manchada de la oscuridad. No olvides esta sonata, que mamá está contigo en letras, en melodías, en notas, en bailes, en el viento, en el agua, en el azul del cielo, y en flores Lycoris Radiata. Tus sueños brillarán, tus sueños serán una fuente de alegría, y todo aquel que escuche esta sonata, librado del karma será". 

  «Mamá siempre me cantaba eso, y luego me daba besitos en la frente, y dormía muy feliz. Por eso, cuando tengo miedo, intento cantar. Señor Xiao, cuando siente miedo, ¿usted también cantaría?

  Xiao no contestó. 

  No tenía respuesta alguna. 

  Cuando él sentía miedo, simplemente dejaba de acobardarse y seguía adelante. De hecho, eran pocas las ocasiones donde verdaderamente sentía miedo; las pocas veces que su cuerpo experimentó dicha emoción... no eran dignas de recordar. 

  Su mente se nublaba, su cuerpo comenzaba a temblar y bañarse en sudor frío al pensar las múltiples posibilidades de desastres devastadores. Le daba igual salir herido o muerto. El miedo venía de que sus seres queridos podrían salir sin vida de las situaciones de peligro a las cuales siempre se exponían al momento de cumplir sus deberes como los guardianes de Liyue. 

  Las veces donde experimentó un miedo descomunal...

  No, no quería recordar eso. 

  Recordar eventos del pasado no era de su agrado en lo más mínimo. 

  —Yo no canto. —dijo Xiao luego de un breve silencio. —Tampoco canto cuando tengo miedo. 

  —Entonces, cuando tiene miedo, ¿qué hace? 

  —Me aguanto el miedo. 

  —¿Pero sentir miedo no es algo que se tenga que aguantar? —preguntó Indharus con cierta confusión en su tono de voz. —Escuché que el miedo es normal. No tiene nada de malo sentir miedo. 

  Xiao suspiró. 

  —Los mortales solo tiene miedo. —dijo. —Yo soy un adeptus. No siento miedo. 

  —Pero yo también soy un adeptus y también siento miedo. —respondió con más calma. —Entonces..., ¿está mal que yo también sienta miedo?

  —Eres muy joven, es normal que sientas miedo estando en peligro. 

  Indharus guardó silencio. 

  Entonces, se levantó del suelo, bajo la mirada de confusión de Xiao; Indharus, luego de tomar un poco de aire, comenzó a cantar, soltando una suave melodía para así darle inicio al verdadero canto, con letras de por medio. Su tono de voz era calmado, suavecito, y con una que otra desafinación —lo típico en infantes—. 

  El entorno parecía a favor del canto de Indharus, pues el viento era suave, y las olas del mar se escuchaban a la distancia, las cuales chocaban sutilmente contras las piedras de la orilla; Xiao, embelesado por la sinfonía que sus oídos escuchaban, cerró los ojos y su mente viajó al pasado, donde las memorias venían a él de forma rápida, a través de un rápido conteo de memorias del ayer. 

  Melancolía. 

  Sintió mucha melancolía. 

  Xiao finalmente abrió los ojos, donde Indharus dejó de cantar, para así mirar al mayor. 

  —Es bonito, ¿no? —preguntó el infante con una sonrisa. —Eso era lo que me cantaba mi mamá. Te hace... sentir feliz. 

  Xiao suspiró. 

  —Sí, Indharus, eso suena bien... —susurró, mirando el mar. 

 

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lycoris radiata | xiao - genshin impact. ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora