LYCORIS RADIATA | Xiao, el Guardián Yaksha, vive su vida de forma calmada a excepción de los momentos en donde tiene que salir a patrullar y pelear contra los demonios qué golpean Liyue desde tiempos de antaño.
Él, un ser nacido por y para la guerra...
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La noche inundó la ciudad de Liyue, donde los dos Yakshas permanecían en constante actividad física. Xiao lustraba el filo de una lanza que no había sido empuñada por años, Indharus practicaba su puntería con el arco al igual que su visión.
Ambos estaban en total silencio, cada uno concentrado en lo suyo.
El Yaksha Anemo simplemente estaba en sus pensamientos, mientras limpiaba una y otra vez aquella lanza de bonito diseño, mostrando decoraciones de olas y destellos a lo largo del mango, para que al final la punta termine en una especie de forma triangular, pero más curvada. De hecho, podría decirse que se trataba de una especie de lanza inspiradas en las lanzas Qiang.
De por sí era consciente de que manejar una lanza no era nada sencillo, pero tenías que poseer una gran conexión con tu cuerpo, al igual que poseer sincronización, entre otros aspectos físicos importantes.
Dhanarias parecía ser la mejor amiga de su arma al momento de pelear.
A pesar de que su rol en el campo de batalla fuese el de ser la sanadora, Dhanarias podía defenderse sin mayor problema las veces que lo vea necesario. De hecho, hubo una ocasión donde la vio totalmente decidida a derrotar a sus enemigos, donde ella se cubría del elemento Hydro al igual que su lanza y así atacaba. Aunque claro, ella siempre cubría de su elemento su arma para mayor potencia de sus golpes.
Era poderosa.
Pero a pesar del poder que poseía, no podía llegar a imaginarse el gran sufrimiento que pasó en el día del Cataclismo.
Pero lamentarse era en vano, porque ya no podía cambiar el pasado.
Era hora de cambiar el futuro, haciendo su mayor esfuerzo en el presente.
—¿Cómo conoció a mi mamá?
Uy, justo tenía que tocar esa pregunta...
—En la guerra.
—¿¡Acaso mi mamá peleó junto a usted, Señor Xiao!?
—Por así decirlo.
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