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Cha Eunwoo nació en medio una guerra, su país se disputaba el mandato con otro país, eso implicaba que el país enemigo lanzara bombas, torpedos o cualquier artefacto que dañara al contrario, por lo tanto, el pequeño Eunwoo los primeros sonidos que conoció fueron los de los explosivos, su madre y su padre se resguardaban en una especie de subterráneo que había construido el señor Cha temiendo que dicha guerra llegase, estaban preparados para ello en cuanto a alimentación y vestido, pero no emocional y psicológicamente.

Pensar en que se avecinaba un caos no tenía nada que ver con enfrentarlo, las emociones se disparaban y la ansiedad se hacía presente, agobiando la vida de quienes enfrentaban la situación.

Los Cha fueron precavidos y antes de que todo estallara equiparon su resguardo con alimentación que les alcanzaría para demasiado tiempo, también se encargaron de tener la ropa suficiente para vestir a su nuevo bebé cuando fuera necesario, lo más importante era tener todo lo requerido para atender un parto en caso de que para ese momento la guerra se hubiese desatado.

Fue muy útil, pues cuando Eunwoo quiso venir al mundo sus padres llevaban unos tres meses ya ocultos, la guerra empezaba a ponerse cada vez más cruda, más cruel y más peligrosa para traer un bebé al mundo.

Atender el parto no fue tarea difícil pues el señor Cha Minsun era médico, su especialidad no tenía nada que ver con la ginecobstetricia, pero era médico, al fin y al cabo, tenía el conocimiento suficiente para ayudar a su mujer a parir.

Afortunadamente el parto no tuvo complicaciones y todo salió bien, el pequeño Eunwoo nació completamente sano y fuerte, durante los primeros meses Minsun se aseguró de que su bebé permaneciera tranquilo y no llorara a todo pulmón como era normal en un recién nacido.

Era un método no convencional, no tenía nada de normal tener a un bebé dormido a causa de gotas naturales para dormir y en algunos casos cuando era del todo necesario y el pequeño no se calmaba le ponían una pipa con gas para dormir, una pequeñísima dosis hacia dormir a Eunwoo por unas cuantas horas.

Sus padres no se sentían del todo bien por hacer aquello, pero era una medida necesaria para permanecer a salvo, mientras el enemigo no supiera de su existencia y su escondite ellos estarían bien, su meta en ese momento era mantener a su bebé a salvo.

Durante los dos primeros años la situación fue la misma, estallidos afuera que hacían saber a los Cha que la guerra aun no acababa, aunque con los días los sonidos fuertes y los temblores en la tierra a raíz de las explosiones eran cada vez menos, dándole así una esperanza a la familia de poder salir de allí triunfante y darle una vida normal a su bebé que empezaba a pronunciar sus primeras palabras, una de ellas y parecía ser su favorita era "boom", aquello, aunque sonaba adorable no les agradaba a los padres, era como que el en chip del pequeño estuviese grabada una guerra que no entendía y que incluso ni había vivido, solo esperaban que con el tiempo su memoria bloqueara aquellos vagos recuerdos y que en algún punto el menor dejara de asociar esa palabra con algo divertido.

Cha Eunwoo entendió desde sus primeros años que el silencio en su hogar no solo era importante si no algo de vida o muerte con todo el sentido de la palabra, afortunadamente para los Cha el pequeño era bastante inteligente y con unas cuantas palabras que explicaban la situación que vivían afuera entendió que debía ser sigiloso y precavido, mucho para un niño de dos años.

Efectivamente la guerra llegó a su fin meses después de que el pequeño Eunwoo cumpliera sus tres años, fue una guerra larga y dura, la armada de corea perdió bastantes soldados, pero aun así no se dieron por vencidos.

La parte difícil para los Cha vino cuando salieron de allí, crear una nueva cotidianidad era complejo, reconstruir edificios, viviendas, escuelas y de más sería posible, pero con mucho esfuerzo.

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