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Mj y Jennie lo acompañaron al aeropuerto, era momento de despedirse y a ambos les daba tristeza, pero apoyaban su decisión, además Jennie sentía que tomar distancia con el pelinegro sería de ayuda para quitarse del pecho eso que sentía cada vez que lo veía.

—Recuerda tu promesa— dijo ella mientras él la abrazaba dándole la despedida.

—Nos mantendremos en contacto Nini— dijo él y le dejo un beso en la frente.

—¿Conmigo también?— preguntó Mj pareciendo un niño que necesita atención.

—Si, contigo también, cuida de ella, por favor.

Dejar aquel lugar se sentía correcto aunque claramente habían cosas, personas de hecho, que lo anclaban allí, él no podía dejar que ese minúsculo sentimiento que tenía en el pecho que le pedía a gritos no irse fuera el responsable de seguir en un lugar que le traía malos recuerdos, y aunque no todo era malo, para él en ese momento pesaban más aquellos recuerdos en los que derramaba lágrimas pidiendo que todo fuera diferente y no solo con Moon, todo a su alrededor en el pasado estaba mal, sus compañeros burlándose de él, el falso interés de MJ en un comienzo, conocer a los gemelos, enfrentarse a su miedo, que por supuesto no era algo malo, solo que de allí desembocaron terribles situaciones.

Eso fue lo que hizo a Eunwoo tomar la decisión final de alejarse de ese lugar, tomar sus maletas se sentía como un pulmón extra en su cuerpo, al fin sentía que esa pesadez se esfumaba, el pelinegro podía sentir como mejores días se acercaban, aun cuando le dolía una infinidad saber que se alejaba de Bin, pero él podía con eso, él era fuerte, él iba a lograrlo, al menos trataba de convencerse de ello.

Mientras tanto Moon seguía en el hospital, ese día Sua le hizo saber que Eunwoo se marchaba, se había despedido de ella brevemente por medio de una llamada.

Cuando escuchó aquello comenzó a llorar, un llanto desconsolado, uno que Sua no pudo contener.

—Déjame solo por favor, Sua— pidió el en medio de sollozos.

—No quiero dejarte así— respondió ella viéndolo con tristeza.

—Solo quiero un tiempo para mí, no tienes que preocuparte de nada, solo deja que desahogue lo que estoy sintiendo ¿Sí?

—Está bien, si necesitas algo estaré afuera.

El rubio se giró con un poco de dificultad, aun le dolía el cuerpo, sus moretones empezaban a tomar un
color rojizo, tomaría un tiempo más para que se quitaran, las lágrimas rodaban por su rostro, se aferró a la sabana que cubría su cuerpo, finalmente el amor de su vida se había ido, le dolía más el alma que el
cuerpo, le dolían los recuerdos, no por malos, sino porque serían momentos que no tendría de nuevo, le dolía el amor que estaba sintiendo, le dolía la distancia y la determinación del chico por olvidarlo.

Quería levantarse de aquella camilla y seguirlo, pedirle perdón de rodillas, rogarle que no dejara de amarlo, maldijo un par de veces a su padre por haberle arruinado la vida, tenía miedo de dañar a alguien más, tenía odio por su padre y unas ganas inmensas de no haber despertado días atrás, ya no quería que le doliera más, se obligó a respirar tan profundo como su cuerpo adolorido le permitió y se limpió las
lagrimas, pensó en las palabras que le había dicho pelinegro en el momento que lo había llamado para despedirse, algo lo lleno de valor para seguir adelante, los deseos de Eunwoo, él le dijo que esperaba que fuera feliz, que saliera adelante, que fuera a la universidad.

Lo mínimo que podía hacer después de haberlo dañado tanto era cumplir con aquello que le había pedido entre lágrimas, entonces decidió dejar de lamentarse y salir adelante como su amor se lo había pedido, lo iba a honrar de esa manera.

El sonido de tu vozDonde viven las historias. Descúbrelo ahora