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Una vez logró soltarse de su propio brazo, se dejó caer a un lado del otro mirando el techo mientras recobraba la compostura. Regresó a su forma humana, algo que motivó a Izuku a levantarse un poco para observarlo mejor notando en ese movimiento que él mismo estaba temblando, no entendía la razón, pero ya era algo de todos los días no comprender su cuerpo con tantas cosas nuevas ocurriendo dentro de su rutina. Katsuki también lo notó y decidió imitarlo estando ahora los dos sentados uno frente al otro.

— Tu brazo... espera, te ayudaré — se levantó y corrió como pudo fuera de la habitación a buscar el botiquín de primeros auxilios que solían tener en una de las alacenas de la cocina. Normalmente sería algo de tener en un baño, pero por cuestiones de decoración y espacio terminaron guardándolo en ese sitio, detalles.

Una vez con el botiquín en mano regresó al cuarto abriendo y sacando algunas cosas útiles para desinfectar como agua oxigenada, gasas, vendas y un extraño spray. Katsuki no se quejó por más cosa que le estuviese poniendo, tampoco era como si eso fuese doloroso. Podía observarlo desde un ángulo alto como siempre, su cuerpo aún temblaba, pero su atención estaba puesta por completo en su brazo. Aún no estaban enlazados, pero gracias al otro enlace de pareja destinada podía sentirlo y sabía qué era lo que necesitaba hacer.

Tomando desprevenido a Izuku, tomó su cabeza con suavidad desde atrás atrayéndolo a su pecho para consolarlo, soltó aún más su olor relajándolo demasiado y, en un suspiro que caló en los adentros del menor casi como aire que pasa por la casa llevándose todas las auras malas, le habló.

— Aún no es el momento — inició alejándose un poco para ver directo a sus ojos como si quisiese hablarle también a su yo interior, aquel temeroso conejo — quiero que esto sea genial para ambos, ¿Entiendes? Si me he mordido no tiene nada que ver con un rechazo, sólo no quiero obligarte a hacer esto tan pronto.

— Pero... yo quería 

— Estabas fuera de sí, la marca no es una broma — vio el paso de sus lágrimas acumularse en sus ojos antes de dejar caer algunas y  fruncir leve el ceño al mismo tiempo que sus manos se tensaban tomando con fuerza su ropa. Intensificó un poco más su aroma buscando relajarlo casi como una droga sedante, pero parecía que él no las recibía totalmente. Esto y otras acciones que hacía le seguían acumulando dudas con respecto su naturaleza, quería averiguar qué había exactamente en él como para verse tan delicado y al mismo tiempo ser tan resistente frente a cosas que se supone debería ser débil al nacer omega.

— ¡Soy consciente! Por eso te permití hacerlo, somos destinados ¿No? — poco a poco se fue calmando, no por las feromonas sino por escucharse a sí mismo una vez se sintió en control de su cuerpo. Tal vez el aroma que expulsaba Katsuki sí ayudaba, no en él precisamente, pero sí en adormecer a su guía espiritual. El conejo ya no temía ni parecía alterado — Lo siento... es sólo que muy dentro de mí sólo pensaba "Si es él, todo está bien"

Un par de segundos en silencio bastaron para caer en cuenta de lo que había dicho y lo que significaba, explotó convirtiéndose en un tomate andante. Pronto tapó su rostro mientras soltaba risas nerviosas, se sentía demasiado apenado.

— Si soy yo, ¿Eh? — viendo la oportunidad, bromeó con ello.

— Y-yo no... Es sólo... ah, ¡Olvídalo! ¿Tienes hambre? — huyendo de la situación salió de la habitación dejando a Katsuki con una sonrisa burlona y claras intenciones de seguir molestándolo durante un rato más. Aquellas palabras fueron una bomba para él también, mucho más efectiva que las feromonas. El chico era increíble para doblegarlo, definitivamente debía indagar, pero había cosas más importantes ahora como comer y jugar con el postre.

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Por la tarde llegó Toga para jugar con Izuku. Para ese momento él estaba transformado en conejo después de una intensa sesión de bromas subidas de tono por parte de Katsuki quien no le quitaba el ojo de encima al zorro una vez lo sintió llegar, también en su forma lobuna, pero recostado entre el pasto del patio de la casa en donde estaban los otros dos. Jugaban a las atrapadas, algo que podría ser infantil, pero que era mucho más divertido en esa forma.

Izuku aprovechaba para manejar mejor ese cuerpo corriendo muy rápido impulsándose con pequeños brincos yendo de acá para allá huyendo del zorro cuando le tocaba ser perseguido o tratando de atraparla cuando era el cazador, era un poco más complicado esto último ya que ella se sabía mover entre las cosas que se encontraban ahí como cubetas, algunos troncos cuando se acercaba a la orilla con el bosque, piedras o pequeñas colinas de tierra cubiertos de pasto por el tiempo.

Katsuki normalmente vería a cualquier otro ser viviente que no fuese su madre como una amenaza, pero después de una charla seria con el menor y descubrir que el zorro era beta se sintió un poco más relajado. No lo suficiente para bajar su guardia, pero sí para permitirle estar en su territorio sin intentar asesinarla.

Porque sí. Ahora es SU territorio, ya lo había pensado antes y lo repetía: Al diablo con la idea de buscar su propia manada. Su misión era proteger ese hogar junto a ese par de peliverdes amables, sobre todo por ser uno de ellos su futuro esposo y "madre" de sus crías. Movió instintivamente su cola al imaginar eso último, a Izuku jugando feliz ya no con un zorro apestoso sino con un montón de pequeños conejitos y lobitos.

Izuku pudo ver a lo lejos aquella acción y sonrió feliz pensando que se divertía viéndolos, así que motivado se acercó a él sacándolo de sus pensamientos.

— ¿Gustas jugar un rato con nosotros? — el lobo sonrió mostrando amenazante sus colmillos, a ese punto Izuku ya sentía que incluso su animal espiritual se estaba acostumbrando a esa manera intimidante de ser de Katsuki, parecía no darse cuenta de lo terrorífico que podía llegar a verse, pero como dijo, ya no le asustaba.

— Ustedes son lentos, me harían las cosas muy fáciles. Además, si yo te atrapo — pasó su lengua por sus dientes degustando la idea que le había llegado — te comería

— Oh, ya veo — ignorando lo último dicho por su bien, continuó — si crees que es complicado seguirle el paso a un conejo y un zorro, respeto tu opinión.

— ¿Ah? 

— Ahora mismo sólo estamos jugando, si quieres ver velocidad estoy seguro que te quedarías muy atrás — quería intentar la psicología inversa, pegar un poco en su orgullo para sacarlo de su sitio y lograr que juegue. ¿El problema? Era justo eso, dejaría de ser un juego. Si funcionaba tendría poco menos de un minuto para ir con Toga, explicarle la situación y huir.

También era consciente de las altas posibilidades de que ignoraría a la chica e iría directamente por su cuello... literal.

— Eres conejo muerto — y así fue.

Sin tomarse el tiempo de ver cómo el lobo se levantaba y agarraba impulso, sólo corrió todo lo que sus pequeñas patas le daban para ir con la chica quien había estado observando aquello con curiosidad que incrementaba con cada segundo que pasaba y por cada paso que el lobo daba pues no creería que aceptaría jugar con ellos.

— Cool, eres bueno para persuadir a los dem-- — el conejo pasó a su lado gritándole "¡Corre!" pasando por completo de su comentario. Volvió su mirada al lobo que en cuestión de nada ya se encontraba al frente suyo — no soy de tu interés, ¿Verdad? — el lobo gruñó abriendo leve su hocico mostrando sus afilados dientes que goteaban saliva por seguir pensando en un apetitoso conejo — perdí — se dejó caer patitas arriba haciendo que el lobo pasara de ella y fuese tras el otro con gran velocidad.

Toga no pudo evitar reírse ante esa situación. Se levantó con prisa para ir tras ellos por dos razones una más importante que la otra: porque era su trabajo vigilar al conejo y su prioridad, el chisme.

Una vida en el campo [KatsuDeku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora