XV

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No sabía cuánto tiempo pasó desde que había llegado a esa casa, el tiempo ahí no parecía transcurrir ni tampoco detenerse. Probablemente había algún reloj en la casa o un calendario, pero le era irrelevante así que sólo vivía sin percatarse de ese detalle.

En ese momento ayudaba en el hogar buscando alguna presa que pudiese cazar y alimentar de carne a la familia, es algo que hacía en ocasiones ya que la tía Inko solía pedirle no hacerlo cuando ella bajaba al pueblo ciertos días pues le quedaba una carnicería de paso y aprovechaba para ponerse al día con el señor Toshinori quien solía ir al mismo lugar, en el mismo horario. Casi como si se pusiesen de acuerdo para esas reuniones matutinas. En fin, en esta ocasión sí se podía dar la libertad de alejarse un poco para conseguir comida.

Siempre que lo hacía no podía evitar pensar que necesitaba a más integrantes de la manada que le ayudasen con cosas importantes como acompañarlo en la cacería, pues es más normal salir en grupos, o quedarse en casa cuidando que ningún extraño malicioso se acercara. Le encantaba ir y atrapar animales indefensos, pero no podía evitar sentirse ansioso con la idea de que cualquier descuido podría ser usado por el enemigo. Frustrante.

— Maldita mierda — soltó en un suspiro y corrió detrás de un jabalí que fue alertado por no haber sido tan sigiloso, era complicado concentrarse del todo sabiendo que ya se estaba tardando más de lo normal en conseguir su cometido. Fue detrás del animal lo más rápido que sus patas le daban mientras observaba su alrededor atento a no alejarse demasiado de la casa. Conocía bien el bosque en cuanto a 2km a la redonda, una vez viera algo fuera de lugar o desconocido sabía que estaba lejos y debía volver a intentarlo por otro lado.

El jabalí fue listo huyendo como pudiese del lobo, pero su suerte acabó una vez miró mal el suelo cayendo por una pequeña colina llena de piedras que lo hicieron resbalar deteniendo su caída en las faldas de esta gracias a un árbol, aunque estuviese exhausto, continuó sabiendo que detrás aún tenía al lobo feroz. Katsuki sabía de esa bajada así que, aprovechando, saltó desde lo alto hasta el cuerpo del jabalí que corría adolorido logrando atraparlo.

Esa colina era una de sus señales de que estaba en el límite de lo que conocía así que una vez asegurara la presa, se iría de inmediato de ahí para volver a casa. Tanteando el tamaño del animal sabía que era más que suficiente, después de todo sólo eran tres bocas las que se deben alimentar.

Se hallaba escalando la pequeña colina cuando el sonido de un par de pasos a unos metros detrás de él lo alertaron. Fingió no haber escuchado nada pues los intrusos se mantenían escondidos, una vez arriba de la colina botó la presa y se puso en pose de ataque agachando leve su cabeza buscando proteger su cuello, echando hacia atrás sus orejas, frunciendo al máximo su hocico para mostrar sus dientes y tensando su cola. Gruñía lo más fuerte que podía amenazando con atacar si veía otro movimiento, pero nada ocurrió.

El tiempo lo tenía medido, pero estaba el riesgo de ser perseguido hasta su hogar si regresaba así sin más a casa. Pensó pronto en alguna solución y pensó que, de ser carnívoro, tal vez había sido atraído por el jabalí. Apostó por esa posibilidad y, dejando atrás su presa, corrió de ahí hacia otro sitio donde pudiese encontrar otra fuente de alimento.

Parecía que el plan había funcionado pues ya no se sintió vigilado, la tensión en su cuerpo disminuyó y, por alguna razón, logró concentrarse mejor en su objetivo consiguiendo nueva carne. Esta vez un pequeño ciervo desafortunado a quien llevó a casa tan pronto lo tuvo en su hocico. Izuku lo recibió sintiendo pena por el pobre animal, pero sabiendo que aquello era necesario más que nada para Katsuki quien le había explicado antes la importancia de una dieta balanceada y especial para su parte animal.

Izuku debía consumir de vez en cuando verduras como todo conejo — aunque de vez en cuando probaba pasto viendo que aquello sabía bien ganando así que Toga le apodara "corderito" — y Katsuki porciones grandes de carne cada cierto tiempo. Este le había hablado también que antes de tener contacto con humanos, es decir, antes de conocerlo él consumía la carne tal cual la encontraba. Cruda, mallugada y cubierta de sangre.

El peliverde no pudo evitar una arcada cuando lo imaginó, una terrible imagen mental que hubiese preferido jamás volver a pasar por eso, pero ahí estaba. Observando cómo el chico que lo tenía tan enamorado cargaba con su hocico el cadáver de un animal sin sentir asco ensuciando gran parte de su rostro y pelaje del pecho con sangre.

— No me intentes besar de nuevo hasta que dejes de oler a muerte — se quejó y entró a la casa para ayudar a preparar la carne, algo que Toshinori le había enseñado hacía ya un tiempo cuando quiso ayudar en la carnicería. No era precisamente el dueño, pero Toshinori solía ayudar junto a Aizawa en ese puesto ya que los verdaderos dueños ya estaban algo ancianos.

— ¿Ni siquiera uno pequeño? — Izuku evitaba que el lobo se acercara demasiado con tales pintas mientras el otro jugaba a ensuciarlo — quizá una mordida

— ¡Ve a bañarte!

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A un par de kilómetros de ahí un par de lobos se encontraban con las sobras de un jabalí entre sus patas confundidos con lo ocurrido momentos atrás. No conocían de nada al lobo rubio que los había descubierto, pero les había dejado alimento. En un inicio habían planeado atacarle para arrebatarle el alimento pues morían de hambre después de una constante mala racha. Una que era principal culpa del lobo más joven, pero Kirishima no creía que decirle eso fuese necesario o varonil. Sólo lo haría sentir más mal.

— ¿Crees que fue un gesto de amabilidad? — mientras Kirishima seguía pensando en eso, Denki aprovechaba a re masticar los restos del jabalí sacando hasta la última pieza de carne que pudiese buscando alimentarse un poco más pues aún seguía con hambre. Esa presa no servía para dos lobos acostumbrados a darse la vida de reyes.

— Ni idea bro, pero ¿Acaso no era un alfa? Debió haber atacado a matar, es extraño

— Tal vez sea líder de manada 

— No lo creo, iba solo — ninguna de las cosas que sabían de su propia naturaleza parecía encajar en la actitud del otro, pero había un detalle que les impulsaba a buscar de nuevo al rubio ceniza — pero se le ve fuerte, tal vez podamos unirnos a su manada, ¿Qué dices? — Denki levantó su rostro de entre los huesos y movió con ánimo su cola emocionado con la idea. Tenían mucho tiempo siendo sólo ellos dos, no es que fuese algo malo, es sólo que desde que abandonaron el hogar de sus padres para formar su propia manada, habían deseado justo eso, pertenecer a una.

Claro está que no era fácil para un par de betas formar una, lo mejor era buscar un alfa que los pusiese a prueba y determinara si les servía o no dentro de su grupo. Y con el que recién habían visto sentían una buena corazonada, ¿Por qué otra razón ese alfa les habría dejado comida? Quizá los había visto y les dio esa señal para que lo siguieran.

Y ellos ahí comiendo, perdiendo el tiempo.

— ¡Hay que hacerlo! — con la meta fijada, comenzaron a correr en la dirección que habían visto al otro irse. Usando su olfato y la experiencia que obtuvieron durante un par de años por su cuenta en el bosque era cuestión de tiempo de lograr encontrar al gran lobo.

Una decisión apresurada como lo fue botar al jabalí terminó cruzando los caminos del destino de tres sujetos que desconocían el final, pero serían positivos.

Necesitaban serlo.

Una vida en el campo [KatsuDeku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora