El sonido de un goteo constante rebotaba en su cabeza poniéndolo alerta, no sabía en dónde se encontraba ni qué era lo que ocurría a su alrededor. Veía a sólo dos metros a su alrededor, el espacio era tan reducido que sentía su pulso alterarse por algún ataque de ansiedad que estuviese comenzando. No entendía tampoco el por qué estaba en esa situación, no recordaba haber salido de la cueva y adentrarse al bosque porque sí, sabía que se encontraba aún en ese sitio.
Intentó caminar, pero sus piernas temblaron obligándolo a caer de rodillas, su vista se mantuvo por unos momentos en el suelo mientras trataba de regular su respiración. El goteo volvió a escucharse casi al mismo tiempo que pudo observar un par de pies situándose frente a él indicando que alguien se había acercado.
Trató de levantar la mirada, pero sentía demasiada pesada la cabeza. Sus manos taparon casi por instinto su nuca en cuanto sintió aún más la cercanía del desconocido, algo dentro suyo gritaba una enorme alerta roja, debía correr, alejarse de ese sujeto. Un aroma putrefacto comenzó a llenar su sentido del olfato causándole arcadas, quería tapar su nariz, pero sus manos se mantenían en su sitio cubriendo su nuca.
Esa parte tan delicada, sitio para la marca.
Intentó moverse o incluso gritar cuando sintió el tacto frío de las manos del sujeto tocando las suyas tratando de quitarlas de su sitio, su cuerpo se tensó al verse amenazado, sin embargo siguió sin huir. No entender lo que ocurría lo ponía en una peor situación, ¿En dónde estaba Kacchan? Deseaba poder tener control sobre su cuerpo para poner en práctica los resultados de su arduo entrenamiento como conejo, pero no podía siquiera transformarse.
Sus pensamientos iban y venían preguntando por el lobo, tratando de observar su alrededor en un acto de siquiera verlo a lo lejos, pero nada. Estaba solo. Sus lágrimas comenzaron a mojar sus mejillas cayendo sin reparo en el suelo casi al mismo tiempo que el sonido del goteo que aún podía percibir, ya no tan fuerte, pero ahí estaba.
Fue por un segundo, sólo uno en el que creyó al fin poder moverse libremente en el que prefirió no hacerlo pues había retirado sus manos de su sitio para limpiar su rostro. Todo ocurrió demasiado rápido a partir de esa acción. Su cuerpo fue empujado al suelo y dominado por el peso del sujeto que aún no podía ver, su cabeza se hallaba recostada de lado, pero aún en esa posición le era difícil descubrirlo.
Se retorció como pudo buscando ser liberado, pero toda intención se acabó en cuanto un horrible dolor lo atravesó desde su nuca casi como una explosión que recorría todas sus venas obligándolo a gritar en desesperación. Aquel olor nauseabundo se volvió más intenso al igual que sus ganas de vomitar, huir.
Pero no pudo hacer nada al respecto. Había sido marcado por ese horrendo ser. Una vez cerró sus ojos se sintió menos asfixiado, el goteo dejó de ser tan estruendoso o molesto, volvió a ser relajante junto al aroma a su alrededor que lo abrazaba con delicadeza buscando consolarlo de tan horrible pesadilla. Entre todo ese ambiente estaba él, su lobo protector observándolo con clara preocupación en sus ojos mientras lo rodeaba con su cuerpo tratando así de demostrarle que estaba ahí, que no se iría a ningún sitio.
Katsuki había salido de la cueva por unos instantes hace algunos minutos para estirarse un poco, observar la luna y asegurarse que no había nada fuera de su lugar. Una vez comprobado todo volvió a su sitio, pero ni bien llegó al lado de Izuku se percató de un aroma pesado saliendo de él, susurraba cosas inentendibles, inclusive lloraba por momentos.
Fue cuando le escuchó decir su nombre en un tono angustiante que intentó despertarlo como diera lugar ya que esparcir sus feromonas no parecían ayudarle en absolutamente nada. Lamía su rostro, lo llamaba, movía su cuerpo con su hocico tratando de no moverse demasiado para mantenerlo rodeado. Desesperado mordió su mejilla logrando que frunciera el ceño, señal que tomó como que había logrado su cometido. Y en efecto, despertó poco después.
— Kacchan — su voz se rompía, su cuerpo temblaba demasiado. Parecía como si hubiese sido atacado nuevamente y su corazón dolió al verlo en ese estado, tan lamentable, indefenso. Permitió que el chico se acercara mucho más a él buscando ocultarse en su pelaje, casi fundiéndose en uno solo, aún seguía en su forma humana a excepción de tener a la vista sus largas orejas y su pequeño rabo.
Era la primera vez que podía ver esa apariencia en él, poder usar esa forma significaba estar en sincronía total con su lado primitivo. En cualquier otra situación sería visto como un gran avance de su control sobre su omega, pero esta vez sabía que se debía a que ambos estaban aterrados y destrozados al mismo nivel.
Se dio su tiempo para lamer su rostro, morder levemente sus orejas de peluche. Decir que Katsuki se hallaba tranquilo sería una mentira descomunal, desde la tarde del día anterior cuando sintió que algo no iba bien fue el inicio de su martirio. Buscar a Izuku por todos lados tratando de seguir su aroma, sentir su lazo para saber cómo se encontraba e incluso despertar a Kirishima quien dijo ser el último en verlo para ayudarle a buscarlo fue una tortura constante.
Encontrarlo fue otro golpe, verlo retorcerse en busca de algún tacto, llamándolo mientras lloraba a mares y parecía que su cuerpo le dolía horrores. Sus propios sentidos se vieron alterados por la influencia que el peliverde estaba teniendo sobre su lobo, se vio a sí mismo gruñéndole a Kirishima en una clara advertencia de que debía irse o lo atacaría sin más, no quería a nadie dentro de su rango de visión que no fuese su omega.
Una vez a solas lo cargó para llevarlo a su cueva, se vio haciendo un nido con toda piel que pudiese hallar tanto limpias como ya usadas tratando de impregnarlas después con su aroma. No podía pensar bien, hacer nidos no era algo que un alfa hiciera, pero algo dentro de él le decía que debía hacerlo sin importar que no fuese el más perfecto, bastaba con que diera el suficiente calor y olor.
Después de eso fue pasar horas y horas pegado al chico lamiendo su rostro, mordiendo sus orejas como un juego para ver si aquello podía hacerlo sonreír, pero no podía ver en él más que una mirada de deseo y dolor. Cada sonido extraño del exterior le hacía gruñir y acomodarse de forma que le fuese fácil levantarse rápido para atacar en caso de ser necesario, pero aún manteniéndose a un costado del chico que, después de tanto, logró dormir.
¿Y ahora? Despertaba tras una pesadilla que volvía a hacer sentir tan mal a Katsuki. Su omega se veía destrozado, temblando de miedo, desorientado. Una vez recobró mejor los sentidos se abrazó más fuerte de su lobo, sollozando, aún sintiendo todas las sensaciones de su pesadilla tan vívidas.
— Izuku — le susurró logrando que levantara un poco su mirada conectando con sus ojos que no daban descanso, lloraba menos que momentos atrás, pero seguía con ello — ¿Quieres hablar de lo que soñaste?
Asintió, su mano derecha fue directamente a su nuca en un movimiento involuntario en cuanto recordó su sueño. Aquel hombre misterioso...
— Había alguien, no podía alejarme de él — su voz se rompía por cada palabra que pronunciaba, le desagradaba que un sueño pudiese afectarlo tanto, pero todo se había sentido tan real — él me mordió
Katsuki gruñó sin poder contenerse, ya no necesitaba escuchar más. Lamió de nuevo su rostro para limpiar nuevas lágrimas y empujarlo con su hocico más hacia él para que pudiese acomodarse entre su pelaje de forma que no lograra ver su rostro. Porque Katsuki tenía otro mal presentimiento, sus sentidos estaban en alerta, su lobo gruñía y gruñía sintiendo la cólera de imaginar un escenario en donde alguien mordiera a su omega, un desconocido, que le hicieran tanto mal.
Porque Katsuki no quería que Izuku viese sus ojos, esos que transmitían un odio indescriptible que iluminaban sus cuencas casi como si tuviese luz propia por la sed de venganza. Aún no había sucedido y sentía que debía destrozar el cuello de alguien, asegurarse de que tal pesadilla no ocurriera.
Pero nadie tiene el control de lo que el destino tiene planeado para cada uno de nosotros. Creer en ello o no es lo de menos.
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Una vida en el campo [KatsuDeku]
FanfictionIzuku Midoriya ha vivido en el campo junto a su madre desde siempre cerca de un frondoso bosque y un pequeño, pero acogedor pueblo. Su vida fluye con calma hasta el día en que avisan que en el santuario local han rescatado a un lobo mal herido. Moti...