Reencuentro

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Al día siguiente de haber descubierto finalmente el motivo que no lo dejaba tranquilo, Shun decidió que visitaría a su amiga June en el Hospital de la Fundación Kido.

Luego de despertarse decidió salir de su habitación y bajar a desayunar, para luego correr 10 kilómetros como parte de su rutina y, de paso, terminar de despejar su cabeza. Por lo que se puso un jogging de color azul, al que agregó unas zapatillas de color blanco.

Salió de la mansión y corrió por toda la zona costera hasta llegar finalmente a la playa, cumpliendo así el recorrido de la rutina

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Salió de la mansión y corrió por toda la zona costera hasta llegar finalmente a la playa, cumpliendo así el recorrido de la rutina. Compró una botella de agua y decidió volver a pie tranquilamente mientras disfrutaba del día, llegando finalmente a la mansión.

Ni bien llegó, subió a su habitación, tomó una ducha refrescante y comenzó a prepararse para visitar a June en el hospital.

El Hospital de la Fundación Kido no quedaba muy lejos de la mansión, por lo que Shun decidió ir caminando en vez de tomar un taxi o un autobús. Se puso una chaqueta y unos jeans antes de salir de su habitación y emprender su viaje.

En el camino, mientras veía los muchos edificios y lugares que estaban empezando a encender sus luces ya que la noche empezaba a caer, no paraba de pensar en cómo pudo haberse olvidado de June, quién estuvo a su lado en su camino para convertirse en Caballero y tenía un deseo tan profundo de evitar que muriera, al punto de querer impedírselo por la fuerza.

'June fue mi compañera durante todo el tiempo que estuve entrenando para volverme Caballero en la Isla de Andrómeda. Pesé a que intentó evitar que fuera al Santuario, me dio mucha felicidad volver a verla. Tengo que visitarla para que vea que pude sobrevivir a mi batalla contra los Caballeros Dorados'.

Cuando estaba por llegar al hospital, un pensamiento le vino a la mente:

'¿Debería llevarle algún obsequio? Creo que unas flores serán lo mejor. Es lo menos que puedo hacer por ella'

En la entrada al hospital había un puesto de flores. Compró un ramo no muy grande de flores realmente bellas para su amiga. Preguntó por June en la recepción y tomó el elevador que lo llevó a la habitación donde ella se estaba recuperando.

Al llegar a la puerta de la habitación, la golpeó gentilmente cuidando de no despertarla.

Shun: "¿June? ¿June, estás bien?".

Al no recibir ninguna respuesta, el Caballero se dispuso a entrar intentando hacer el menor ruido posible. En la habitación, pudo ver que la ventana estaba abierta y que ya le habían dejado flores en la mesa junto a su cama, sólo que estas ya estaban marchitas. Shun las cambió por las que le compró y se dispuso a contemplar a June.

 Shun las cambió por las que le compró y se dispuso a contemplar a June

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Estaba durmiendo. Vio su pelo rubio y la calma casi imperturbable que había en su bello rostro. Dudó en despertarla, pero al mismo tiempo quería hacerle saber que pudo regresar con vida.

Tomó una silla que había en la habitación y se sentó al lado de la cama.

Shun: "¿June? June, despierta, por favor...", le susurró mientras tocaba gentilmente su mano. La guerrera comenzó a despertarse lentamente.

June: "¿Q...Q...Quién...es?"

Shun: "June, soy yo. Soy Shun"

June: "¿S-S-Shun...?", dijo empezando a abrir los ojos.

Cuando finalmente pudo abrirlos completamente, June se abalanzó sobre el guerrero para abrazarlo, cosa que Shun correspondió sin dudarlo.

June: "¡SHUN! ¡ESTÁS VIVO!", exclamó con su voz casi entrecortándose por la emoción que sentía de volver a verlo y sin dejar de abrazarlo. "¡No puedo creerlo! ¡De verdad sobreviviste a la batalla contra los Caballeros Dorados!", dijo mientras lo miraba con sus ojos comenzando a llenarse de lágrimas.

Shun: "Así es, June. Fue realmente difícil. Pero con la ayuda de mi hermano, mis amigos y especialmente Atena, al final pudimos ganar la batalla", le respondió mientras la ayudaba a sentarse en la cama.

June: "Oh...Shun...", dijo antes de apoyar su cabeza sobre el pecho de su gran amigo. "Creí que no volvería a verte".

Shun: "Lo sé. Por eso vine aquí hoy. Para ver cómo estabas y para traerte la tranquilidad de que estoy bien. Ya no llores, por favor", dijo mientras le alcanzaba un pañuelo para que secase sus lágrimas, gesto al cual June correspondió sin dudarlo.

June: "Es increíble que solamente hayan pasado dos días desde que te fuiste a luchar al Santuario. Para mí es como si hubiesen pasado décadas"

Shun: "Lo sé, June. Créeme que a mí también me pareció por momentos eterna la lucha en el Santuario. Pero lo importante es que ya se terminó. Y dime, ¿Cómo te sientes con respecto a las heridas que sufriste cuando nos reencontramos aquella vez?".

June: "Me siento bien en cuanto a mis heridas. Según los doctores, podría dejar el hospital mañana".

Shun: "Esas son grandes noticias, June. Me alegra saber que ya te encuentras bien".

June: "Y yo de que estés aquí, Shun".

Ni bien dijo eso, la guerrera tomó la mano de su amigo y le dio una sonrisa. Shun, por su parte, no se opuso en lo absoluto al gesto de su amiga y le devolvió la misma sonrisa. Fue en ese momento cuando una enfermera entró en la habitación.

Enfermera: "Disculpe, señor. Vengo de parte del doctor, ya que hay que hacerle los últimos estudios a la paciente. Además, se está por terminar el horario de visitas".

Shun: "Ah, sí. Disculpe, señorita. Lo siento, June, pero ya me tengo que ir".

June: "¿En serio no puedes quedarte, Shun?"

Shun: "Lo siento, pero hoy no podré. Pero volveré pronto. Dijiste que te darán de alta mañana, ¿no? Bueno, estaré aquí para acompañarte cuando salgas".

Los ojos de June se iluminaron cuando escuchó la decisión de su amigo.

June: "¿Lo dices en serio, Shun?"

Shun: "Claro que si" , dijo con una sonrisa.

June: "Muchas gracias, Shun".

Shun: "No tienes nada que agradecer, June. Nos vemos mañana. Adiós"

June: "Adiós, Shun", dijo sentada en la cama y saludando con su mano antes de volver a acostarse.

June se quedó mirando el techo y pensando en la enorme emoción que sintió al volver a ver a su querido amigo, quién volvería mañana para escoltarla fuera del hospital. No podía estar más feliz.

Shun, por su parte, emprendió su caminata de regreso a la casa de Saori. Las estrellas que empezaban a iluminar el cielo difícilmente brillaban tanto como la enorme sonrisa en los labios del Caballero de Andrómeda.

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