Capítulo 25. Impulso natural

40 1 0
                                    

Narra Steve

—Steve —escucho una voz en mi mente como un eco distante en mi cabeza, entonces separo un poco mis párpados para encontrarme en una posición muy cómoda en la que estoy siendo abrazado por la espalda por el chico de los calcetines de abejitas, lo siento algo extraño, pero hasta que consigo enfocar mi vista puedo ver un enorme brazo de piel gris oscuro, entonces con suma cautela empiezo a girar sobre mi espalda para confirmar que su forma demonio ha surgido e intuyo que me ha movido mientras dormía porque estoy en la mitad de la cama al alcance de sus brazos.

Él aún duerme plácidamente boca arriba a pesar de medir cerca de los dos metros y seguro debe pesar el doble que cuando tiene apariencia humana, por suerte mi cama es enorme. Las sábanas apenas alcanzaron a cubrir sus partes bajas, parte de sus piernas y por estupidez mía o curiosidad escabullí mi mano para tocar su enorme torso desnudo, pensé que estaba dormido, pero cuando llevé mi mano a su pecho él se rió dándome un susto de muerte que me hace retirar mi mano.

— ¿Te diviertes? —me lo cuestiona burla con esa voz tan grave provocando que mi piel se erice y al no recibir respuesta de mi parte se gira sobre su espalda para que quedemos uno enfrente del otro usando su brazo derecho como almohada sin apartar del otro de mi costado.

—Lo siento —él niega ante mi disculpa atrayendo mi mano a su pectoral derecho dando un suspiro ante el contacto.

—Puedes tocar todo lo que quieras —expone socarrón mientras retira las sábanas de su parte baja sin hacer uso de sus enormes manos y si, no es lo único enorme que tiene.

—No digas eso, es peligroso —me lo tomo con humor y él se ríe de esta situación o de mí, no estoy muy seguro de ello hasta volver a su forma humana. Al parecer no tiene importancia para él que lo esté viendo totalmente desnudo.

— ¡Oye! Es suficiente —me quejo dándole un pequeño empujón que lo saca de la cama, diablos olvidaba lo fuerte que soy ahora.

—Auch —se queja aún entre risas.

—Eres alguien insufrible ¿lo sabías? —cuestiono con burla mientras hago las sábanas a un lado para ver que esté bien, y lo está, sólo está allí acostado sobre la alfombra con una bella sonrisa plasmada en su rostro.

—Lo tengo bastante claro —dice entre risas quedándose allí exhibiendo su desnudez ante mi curiosa mirada, su cuerpo es muy sexy, está entre los parámetros de normal y atlético, tiene una ligera cantidad de vello café claro casi imperceptible en el pecho, axilas y en su entrepierna de aún de grandes proporciones, la cual es un poco más rosada, como sus pezones, y contrasta perfecto con su piel ligeramente plagada de lunares.

—Soy un chico con una gran vida, con un gran futuro por delante y tengo a mi compañero del crimen desnudo acostado en la alfombra en mi habitación, no podría pedir más —mis palabras consiguen sonrojar sus mejillas.

—Me encanta ser tu compañero del crimen, Steve Richards —esbozo una tonta sonrisa al escucharle decir eso y no dudo un segundo en incorporar mi aperezado trasero de la cama  para empezar a retirar las prendas de mi cuerpo, pero al hacerlo noto que estás no son las pijamas que me puse para dormir y al notarlo empiezo a notar otros detalles en la habitación.

—Esto no es real —me muerdo los labios al terminar de decirlo viendo como todo se empieza a oscurecer y luego despierto en mi cama. Estoy todo sudado y al tomar asiento en la cama todo vuelve a mi de nuevo, entonces me incorporo de la cama y voy al cuarto del baño a verme en el espejo.

Mis iris han cambiado a ese rojo intenso, mi piel está algo pálida, mis facciones se ven más pronunciadas y al caer en cuenta que se trata de la magia caótica del chico de los calcetines de abejitas concentro mi energía para llevar mi existencia al laboratorio clínico del hospital a unos pasos del tanque con fluidos sanadores de color verde donde permanece el chico de los calcetines de abejitas en un coma inducido.

En Tierra de Lobos III© [En Edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora