Capítulo 10. Instinto Animal

127 10 0
                                    

Narra Roland

—Lincoln —digo su nombre mientras entro en los vestidores del equipo de Rugby notando una sensación muy pesada en el lugar.

—Por favor, sal de aquí —pide alzando la voz, pero no lo haré, no si puedo ayudar, puedo escuchar que su respiración es agitada y el miedo un su voz.

—Lo siento pero no puedo irme sólo así —sigo su voz y el rastro que dejó al desvestirse hasta encontrarlo en una de las duchas intentando reducir su temperatura con agua fría y al sentirme cerca él se gira un poco para verme dejándome notar como sus iris marrones claros se transforman.

—¡Te pedí que te fieras! Los brujos no pueden hacer nada para ayudarme —riñe.

—Por suerte no soy uno —soy elocuente ante las circunstancias ignorando el hecho que me pone un poco nervioso verlo desnudo porque él es muy atractivo sin decir lo bueno que está.

—Llama a Henrik —pide apretando sus párpados con fuerza sosteniéndose con fuerza de la división de policarbonato de las duchas entonces agarro valor de dirigir mis pasos hacia él para cerrar la llave del agua y antes de que diga algo más llevo mi mano a su espada con el fin de enviar una onda psíquica a su cuerpo para ir contrarrestando poco a poco la energía de su transformación hasta que esta lo deja de atormentar devolviendo el control que había perdido.

—Creo que ya está bien —retiro mi mano de su espalda y él se gira sobre sus pies para verme con un gesto de sorpresa muy gracioso plasmado en su rostro.

—Gracias —da un suspiro de alivio esbozando una bella sonrisa y yo extiendo mi brazo izquierdo hacia las bancas para atraer una toalla con la que pueda cubrirse—. ¿Qué fue lo que hiciste? —pregunta con curiosidad mientras recibe la toalla para ponérsela alrededor de su cadera y atarla a su cintura.

—Te devolví el control —respondo a su pregunta—. Estaba observando el entrenamiento y vi lo que sucedió entonces te seguí. No soy un hombre lobo pero sé lo difícil que es lidiar con emociones complejas —sumo esa observación con un tono de voz apacible y sin que lo espere él acorta el espacio entre nosotros para darme un abrazo que no dudo en responder ignorando el hecho que está todo empapado.

—Ni que lo digas —susurra cerca de mi oído disfrutando un poco más de nuestro abrazo para romperlo unos minutos después—. No tienes idea lo que te estoy adorando en este momento —bromea dando un suspiro llevando sus manos a mis hombros.

—Awww gracias, yo también te adoro aunque hayas empapado mi camisa —le sigo el juego haciéndole reír.

—Lo siento, me emocioné —se disculpa un poco apenado retirando sus manos de mis hombros.

—Al menos es la última hora de clase —me encojo de hombros esbozando una sonrisa un tanto burlona y él sólo se me queda viendo—. ¿Qué pasa? —cuestiono con un ápice de diversión.

—No es nada —desvía por un instante su vista a otro lugar tensando sus hombros—, sólo estoy feliz porque me hayas seguido posiblemente ya habría destrozado el lugar —sus palabras me conmueven un poco.

—Me alegra haber podido ayudar —digo esbozando una pequeña sonrisa y él aún se muestra un poco sorprendido por lo que acabo de hacer e incluso sus iris han vuelto a cambiar.

—Link —digo su apodo—, tus ojos han… —voy a decir pero él me interrumpe llevando sus manos a mi rostro para acariciar mis mejillas con sus pulgares.

—¿Sabes por qué esos idiotas conjuradores del equipo de debate te tienen tanta envidia? —su pregunta me toma con la guardia baja y a mí no me queda más que encoger los hombros—. Porque tú eres ese tipo de personas que hacen que las cosas sucedan. Tienes la suficiente integridad, paciencia y humildad
para entender que… —va a decir pero guarda silencio pensando qué decir.

En Tierra de Lobos III© [En Edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora