Capítulo 1-Una nueva oportunidad

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Ana estaba cansada de sentirse insegura acerca de su cuerpo.

Había luchado durante años contra la imagen que veía en el espejo, tratando de encontrar la manera de aceptarse a sí misma. A menudo, se sentía como si viviera en un mundo que no estaba hecho para alguien con su tipo de cuerpo. La sociedad, los medios de comunicación y las redes sociales parecían estar obsesionados con la delgadez, y Ana a menudo se sentía invisible como resultado.

Desde hacía unos meses, Ana se levantaba temprano para ir al trabajo en la tienda de ropa donde era encargada.
Era una rutina diaria en la que pasaba horas de pie, moviendo cajas y atendiendo a clientes exigentes. A pesar de esto, Ana siempre se sentía agradecida por tener un trabajo que le permitía pagar sus facturas y ahorrar algo de dinero.

En uno de esos días de trabajo, mientras organizaba la ropa en las estanterías, Ana recibió una llamada de su amiga Carmen. Carmen era influencer de redes sociales, aunque no muy conocida fuera de su círculo de seguidores.

– ¿Puedes hablar un segundo chocho?– Ana se rió fuertemente ante la pregunta de Carmen. Carmen podía ser la persona mejor hablada del mundo, pero cuando se trataba de hablar con ella utilizaba el lenguaje más vulgar que tenía. De un tiempo para ahora, le había dado por llamarle chocho.

– Si, estoy en el almacén, así que puedo hablar contigo por el maños libres. ¿Qué te ocurre esta vez?– contestó Ana imaginando que la llamaba por cualquier problema que le hubiera surgido esa semana. Podría haber sido un hater que le había dejado un mal comentario, algún ligue fallido, una pelea con alguna influencer... Carmen nunca dejaba de sorprenderla.

– Seré rápida, que tengo prisa. Te quería invitar a un evento de moda esta noche. Espero un si, no me imagino aguantar a todos esos falsos sin tu presencia– dijo Carmen rápidamente.

– Buah, Carmen. La verdad es que no me apetece nada. Además ya sabes que no me siento nada cómoda en esos eventos. Acuérdate del de la última vez... – dijo Ana esperando que su amiga no insistiera mucho más.

– Porfa.... Ya sabes que son todos unos idiotas. Además te prometo que cuando quieras irte nos iremos– dijo Carmen poniendo una voz de súplica.

A Ana le apetecía más que se le cayeran encima las dos cajas de abrigos que llevaba encima que ir al maldito evento. Pero, a Carmen no le podía decir nunca que no.

– Está bien, iré. Pero prométeme que cuando me quiera ir, nos iremos. O si no, subiré la foto en la que sales con un moco colgando – dijo Ana riéndose.

– Eres la mejor, y a la vez, la más zorra que conozco. Te quiero mucho. Luego hablamos chocho – dijo Carmen y colgó.

Ana salió de trabajar, se fue a casa y decidió ponerse su mejor vestido para la ocasión. Llevaba un vestido que era una obra de arte en sí misma. Los estampados florales y geométricos se mezclaban de manera perfecta, creando una combinación de colores vibrantes y atractivos. A diferencia de la mayoría de los vestidos de su talla, este no tenía forma de saco ni ocultaba sus curvas. Al contrario, se ajustaba a su cuerpo de manera elegante y destacaba su figura con sutileza.
Lo que más destacaba del vestido era que estaba diseñado para una mujer de talla grande como Ana. El corte y la confección habían sido realizados cuidadosamente para resaltar sus curvas y ofrecerle comodidad y confianza. Y sin duda, Ana irradiaba seguridad en sí misma mientras lo llevaba puesto.

El vestido era de la diseñadora Elena López, conocida por sus prendas de alta costura y su atención a los detalles, y Ana sabía que su vestido era una muestra de su arte y habilidad.

El evento se llevaba a cabo en un salón de baile elegante, decorado con lujosas cortinas de terciopelo rojo y candelabros de cristal colgando del techo. La música de fondo era suave y las luces tenues creaban una atmósfera íntima. Ana y Carmen llegaron juntas, Carmen vestía un ceñido vestido negro que dejaba al descubierto sus perfectos atributos. Carmen era una mujer de estatura media, con una figura esbelta y delicada. Su cabello largo y sedoso era de un color rubio dorado y lo llevaba peinado en ondas suaves que enmarcaban su rostro ovalado. A pesar de que Carmen y Ana eran muy diferentes físicamente, habían sido amigas desde la infancia y compartían una gran conexión y confianza entre ellas. A menudo bromeaban sobre cómo eran polos opuestos, pero en el fondo se admiraban mutuamente.

Juntas se adentraron en la multitud, donde se encontraban hombres y mujeres vestidos con sus mejores galas, intercambiando conversaciones animadas mientras bebían champán y comían canapés de caviar.

– Hola chicas ¿Queréis una copa de champán?– dijo una camarera.

– Por supuesto, muy amable – contestó Carmen y cogió dos copas. Acto seguido se giró hacia mí.

– Toma anda, el champán será nuestro aliado esta noche – se rió Carmen fuertemente.

Cuando ya estaban con la copa de champán en la mano, Ana comenzó a sentirse incómoda. Era como si todos los ojos del lugar estuvieran puestos en ella, observando cada detalle de su aspecto. Miró hacia su amiga Carmen, que parecía estar en su elemento, moviéndose con soltura entre la multitud. ¿Sería por lo extremadamente grande que se veía al lado de Carmen, o simplemente por su propia inseguridad? Ana se esforzó por sonreír y disfrutar de la noche, pero no podía sacarse de la cabeza la idea de ¿por qué ese mundo de la moda y la belleza tenía que ser así? ¿Por qué no podía ser un lugar donde todas las mujeres, independientemente de su talla o apariencia, pudieran sentirse cómodas y hermosas?.

Después de unas cuantas copas de champán, Ana comenzó a sentirse más cómoda en el evento de moda. Sin embargo, después de un tiempo, la incomodidad volvió y decidió ir al baño a refrescarse. Al entrar, una mujer vestida de manera impecable le sonrió y le dijo:

– Ese vestido es hermoso. Además te queda genial. No te había visto nunca en un evento de estos. ¿Dónde trabajas?–

–Muchas gracias de verdad. No es fácil encontrar vestidos hermosos para mujeres con mi cuerpo. No trabajo en la industria, solo he venido a acompañar a una amiga mía, Carmen, que es influencer.

– oh vaya, me sorprende que con tu estilo nadie te haya querido fichar todavía. Soy Sofía, directora de marketing de una empresa de moda. Ahora vamos a empezar a trabajar en una campaña de moda inclusiva. Veo un gran talento en ti. Si quieres, aquí tienes mi tarjeta, llama un día de estos y concretamos una entrevista. Me encantaría tenerte en mi equipo– dijo Sofía con una gran sonrisa mientras le tendía a Ana su tarjeta.

– Muchas gracias Sofía. Por cierto mi nombre es Ana. No dudes que te llamaré la próxima semana– contestó Ana con una sonrisa de oreja a oreja.

Mientras salía del baño con la tarjeta de esa mujer llamada Sofía, Ana se dio cuenta de que no pertenecía a ese mundo, pero no era culpa suya. El mundo de la moda simplemente no estaba hecho para mujeres como ella, y eso tenía que cambiar.

Curvas de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora