Capitulo 20 - "Oh mierda" x2

84 12 1
                                    



"Oh mierda otra vez no" pensó Ana. No quería hablar con él. Bueno, más que no querer sabía que pasara lo que pasara con Adrián sólo iba a conseguir que ella se sintiera mal, si no era en ese momento sería en poco tiempo.

Y como si sus plegarias hubieran sido escuchadas, cuando a Adrián le quedaban unos pocos metros para llegar donde estaba Ana sentada, ésta pudo escuchar como su amiga Carmen gritaba su nombre. Ana sin pensarlo, desvió su mirada de Adrián y se giró hacia donde estaba Carmen con el cantante del grupo. Pudo ver como la estaban llamando con la mano, indicándole que se acercará a ellos.

Sin dudarlo, dejó su copa en la mesa, y se levantó para ir hacia Carmen. De reojo pudo ver como la cara de Adrián mostraba una mueca de enfado. Cosa que a decir verdad disfrutó muchísimo.

Llegó hasta donde estaba Carmen, y de reojo pudo ver como Adrián había vuelto a sentarse en su mesa con sus amigos.

– Hola Ana, te presento a Sebastián– dijo Carmen señalando al cantante del grupo.

– Hola Sebastián, soy Ana, encantada de conocerte – dijo Ana dándole dos besos a Sebastián.

– El placer es mío. Veo que mi hermana no mentía con que tienes un estilo brutal – dijo Sebastián habiendo que Ana se sonrojara.

– ¿Tu hermana?– preguntó Ana extrañada.

– Ay si perdón, mi hermana es Sandra. La chica que trabaja en el café al que vas por las mañanas. Alguna que otra mañana te he visto hablar con ella. Yo también trabajo ahí, ya sabes, lo de ser músico no paga mis facturas...– Contestó Sebastián entre risas.

– Que alegría conocerte, me cae genial tu hermana Sandra. Y dime...¿está por aquí?– preguntó Ana mirando hacia los lados, tratando de ver si veía a Sandra.

– Que va, no ha podido venir, mañana le tocaba entrar a trabajar pronto– dijo Sebastián dando un suspiro.

– Qué pena... bueno dale un saludo de mi parte, y dile que el lunes nos vemos sin falta – dijo Ana con una gran sonrisa.

– Eso haré. De todas formas, ¿te importa si nos tomamos una foto y se la mando? Seguro que le hace ilusión– dijo Sebastián mirando a Ana.

– Claro que no– y juntos posaron para la foto.

– Y ahora si me disculpáis chicas, tengo que ir a tocar. Si cuando acabe aún estáis por aquí, ¿os parece bien que os acompañe un rato?– preguntó Sebastián echándole una mirada pícara a Carmen.

– Por su puesto, luego nos vemos– contestó Carmen sonrojada.

– Hasta luego y mucha mierda... o lo que se diga en estos casos– dijo Ana con una sonrisa.

Tras esto, Sebastián se dirigió hacia su grupo y Ana y Carmen volvieron hacia la mesa con sus amigas. Como era de esperar, las bromas de Laura y Lucia no tardaron en llegar. Todas se estaban riendo, y disfrutando de la noche. Aunque, Ana, no podía evitar sentir la mirada de Adrián. Una mirada de pocos amigos a decir verdad.

De repente, la música paró. Unos grandes focos iluminaron a Sebastián, y éste empezó a hablar.

– Querido público, quiero dedicar esta canción a dos mujeres espectaculares que acabo de conocer, Carmen y Ana, espero que os guste mucho... bueno y a todos los demás – dijo Sebastián mirando hacia la mesa de Ana y sus amigas.

De repente todo el mundo que estaba en el bar empezó a aplaudir y a silbar, y el grupo comenzó a tocar. Ana y sus amigas se levantaron y bailaron toda la canción. Cuando terminó aplaudieron lo más fuerte que pudieron y Sebastián les dirigió una enorme sonrisa. Luego siguió tocando.

Después de tanto bailar Ana tenía un poco de calor, así que decidió salir un segundo a tomar el aire.

– Chicas, voy un momento fuera a tomar un poco el aire, ahora mismo vuelvo– dijo Ana, y todas las demás asintieron.

Salió del bar, y en cuanto notó el aire fresco dio una gran bocanada para llenar sus pulmones. Decidió dar un pequeño paseo para refrescarse un poco. Caminó hasta un pequeño parque que había cruzando la carretera. En el había una fuente, así que decidió mojarse un poco la nuca. Poco a poco iba teniendo menos calor, así que se dio la vuelta para volver a entrar.

Fue entonces cuando vio que había alguien en la puerta del bar fumándose un cigarro. Ese alguien era Adrián. Por un momento dudó si quedarse ahí hasta que se fuera. Pero acabo decidiendo que pasaría rápidamente por su lado y entraría sin prestarle atención.

Así que se armo de valor, volvió a cruzar la calle y se dirigió hacia la puerta.

Enseguida notó como los ojos de Adrián la seguían, así que no pudo evitarlo y le saludó.

– Em, hola Adrián, no te había visto, ¿qué tal todo?– preguntó Ana, rezando porque la conversación terminara lo más rápido posible.

– Hola Ana se que me habías visto antes. De hecho has visto como iba a ir a saludarte y te has levantado de la mesa y te has ido– contestó Adrián en un tono muy cabreado.

– Bueno es verdad, disculpa, me llamaba mi amiga Carmen. Espero que pases muy buena noche– dijo Ana apartando la vista de Adrián y entrando en el bar de nuevo.

– Si claro Carmen...– susurró Adrián y Ana lo escuchó antes de entrar al bar.

Una vez dentro suspiró y volvió a reunirse con sus amigas. Ellas estaban bailando al ritmo de la música. Parecía que las copas iban haciendo sus efectos. Cosa que hizo que Ana no pudiera evitar sonreír. Las veía tan graciosas y tan felices.

Decidió ir a por otra copa, al fin y al cabo tenía que alcanzar su ritmo.

Antes de llegar a la barra pensó que mejor iría primero al baño ya que luego con la copa le sería todo más lioso. Así que se dirigió hacia donde estaban los aseos.

"Oh mierda, otra vez" pensó Ana. De nuevo estaba Adrián ahí.

– Hola de nuevo– dijo él en cuanto la vio llegar.

– Hola, ya va a ser costumbre encontrarnos en los baños – contestó Ana con una sonrisa un tanto incómoda.

– Solo espero que esta vez no pegues cuando te bese – respondió Adrián mirando a Ana de arriba a abajo.

Esto agradó e incomodó a Ana a partes iguales. Había algo en su cuerpo que no podía evitar sentirse atraído por Adrián. Pero en su mente sabía que acabaría sintiéndose mal y le acabaría haciendo daño. Ya había sufrido suficientes veces como para ser ella la que se metía en la boca del lobo.

– Me parece que no pasará. Más que nada porque siempre que te veo estás con una chica distinta y no me apetece ser una más en tu lista – dijo Ana desviando la mirada hacia la cola del baño de mujeres que parecía no avanzar.

– ¿Estás celosa? – dijo Adrián sacando una de sus mejores sonrisas picaronas.

– No, solo que no entiendo tu fijación conmigo, si todas las mujeres con las que te veo no son para nada como yo. Así que entiendo que solo dices esto por molestarme, y la verdad es que paso del tema... – respondió Ana dejando los ojos en blanco.

– Desde luego que no son como tú – respondió Adrián guiñándole un ojo.

– Ves, nuestras conversaciones siempre llegan al mismo punto, tu metiéndote con mi físico. ¿Sabes qué? Prefiero mearme encima que seguir aquí hablando contigo. Como siempre ha sido todo un placer...– dijo Ana con total tranquilidad y se dio la vuelta para volver con sus amigas.

Otra vez se había roto algo en su corazón.

– ¡Espera Ana! No me refería a eso... – chilló Adrián en cuanto Ana se dio la vuelta.

Curvas de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora