Curvas de amor

Capitulo 3 - Tarde de chicas

Ana llegó a su piso. Corriendo se dió una ducha y se vistió para salir con sus amigas. Ana optó por un conjunto cómodo y casual. Quería lucir a la moda pero sin sacrificar la comodidad. Eligió una camiseta blanca de manga corta de algodón con un corte relajado. Encima de la camiseta, Ana se puso una chaqueta de mezclilla clásica. También se decantó por unos jeans ajustados de color azul medio. Éstos resaltaban su figura y le resultaban cómodos para moverse con facilidad. Para completar su look Ana se puso unos tacones negros, unos pequeños pendientes de aro plateados y se decantó por un maquillaje natural. Dejó su cabello suelto. Ya estaba lista para acercarse al centro.

En cuanto salió del metro, Ana vio a sus amigas. Estaban Carmen, Lucia y Laura esperándola de brazos cruzados.

– Ya está aquí la tardona– dijo Lucia. Era la que menos soportaba la impuntualidad. Para ella llegar tarde era no llegar cinco minutos antes de la hora a la que habías quedado.

– Llegó un minuto tarde Lu, perdóneme su majestad– dijo Ana riéndose. Rápidamente todas las amigas empezaron a reír.

– Bueno chicas, tendremos que ir ya pensando qué película queremos ver, que si no no entramos a esta sesión. – Dijo Laura. Laura era la más alocada de todas. Hacia un tiempo que había sentado un poco más la cabeza, desde que había empezado a salir con Arturo, un compañero suyo de trabajo. Aunque pese a eso, las noches de chicas le volvían a convertir en la Laura de siempre.

– Yo iría a ver la nueva que ha sacado Roberto Pisos, no se ni de qué va, pero seguro que nos vamos contentas del cine – dijo Carmen haciendo a todo el grupo de amigas reír.

– Por mi, si no hay objeción, me decanto también por ir a verla – dijo Ana y nuevamente se echaron todas a reír.

– Perfecto pues, vamos a sacar las entradas – contestó Lucia y todas se adentraron en el cine.

Después de ver la película, decidieron ir a cenar y tomar algo en el nuevo bar de moda de Madrid, el "Rooftop Edén".
El rooftop estaba situado en uno de los edificios del centro de la ciudad. Tenía una sala interior que era un restaurante y en la terraza había un DJ y varias mesas distribuidas en las que te podías sentar a tomarte una copa o bailar.

Cuando llegaron, el camarero les guió hasta una mesa. De repente, Carmen se levantó y fue corriendo hasta una mesa llena de hombres. En cuanto volvió a sentarse comenzaron las preguntas.

– Carmen, ¿quién son esos a los que has saludado? No me suena de haberte visto hablar con ninguno de ellos nunca...– preguntó Lucia.

– Dos de ellos son amigos de mi hermano, los conocí el día de su boda. El resto pues son amigos suyos. Pero vaya amigos...– dijo Carmen en un tono divertido.

– Yo, porque ya estoy pillada por un hombre perfecto, Arturo. Pero... si fuera vosotras aprovechaba– dijo Laura, mirando principalmente a Ana.

– Pues hablando de eso, me han dicho que si nos queremos echar una copa con ellos, que nos unamos cuando salgamos a la terraza – dijo Carmen guiñándonos un ojo y poniendo sonrisa picarona.

– Yo la verdad es que preferiría una noche solo de chicas, pero bueno si todas queréis... – pronunció Ana con un tono triste.

Casi siempre pasaba lo mismo cuando salían. Se juntaban con chicos y al final de la noche se quedaba ella sola hablando con alguno de los colegas que le habían designado la tarea de entretener a la fea. Por lo menos, últimamente Laura siempre la acompañaba, ya que ella ya no estaba en el mercado.

– Bueno, primero cenamos, le pedimos al camarero una botella de vino blanco y ya vamos viendo – contestó Carmen riéndose.

La cena fue de lo más divertida, recordaron anécdotas de cuando eran jóvenes, y anécdotas más recientes. Pero con la llegada de los postres, y tras unas cuantas copas de vino blanco encima, determinaron que en la terraza se iban a sentar con aquellos hombres. A Ana no le pudo dar más pena. Con lo divertida que estaba siendo la noche. Bueno, con suerte esta vez igual encontraba a alguien con el que terminarla.