Curvas de amor

Capítulo 24 - A tí

Ana y Adrián se fueron de la mano de aquel parque.

Mientras caminaban de la mano por la calle, un silencio cargado de expectativas y nerviosismo se extendía entre ellos. Ana se sentía atrapada en un torbellino de pensamientos e inseguridades que amenazaban con eclipsar su alegría.

A medida que se acercaban al piso de Ana, su mente se llenaba de dudas sobre su propia apariencia y experiencia. Se comparaba con otras chicas que Adrián había conocido, imaginándolas más seguras y seductoras que ella. La idea de desnudarse frente a él le resultaba incómoda y la inseguridad se apoderaba de su interior.

Lo único que ponía algo de calma en aquel torbellino que sentía era notar la mano de Adrián entrelazada con la suya. Durante todo el camino no se había soltado. Además él no paraba de acariciarla con su pulgar. Esto a Ana le encantaba, le hacía sentirse segura. " ¿Cómo un gesto tan simple se puede sentir tan bien?, pensó Ana. Y como si Adrián fuera capaz de leer sus pensamientos la acarició de nuevo.

Ana se dejó llevar por el momento y sin poder contenerse, se lanzó de nuevo a besar a Adrián. Él correspondió con pasión a aquel beso, creando una conexión eléctrica entre ellos. Poco a poco, Adrián la fue acercando hacia la pared del edificio que tenían a su lado, creando una intimidad en medio de la excitación.

Ana se sentía apresada entre los fuertes brazos de Adrián, que se encontraban a cada lado de su cabeza. La intensidad del momento era palpable mientras sus cuerpos se acercaban cada vez más. Adrián separó lentamente sus labios de los de ella, pero sus miradas seguían fijas, atrapadas en un profundo deseo mutuo.

Ana, sin apartar la vista de Adrián, deslizó sus manos desde la espalda de él hasta su cabeza, comenzando a acariciarle el cabello con ternura. El silencio entre ellos no necesitaba palabras, las sonrisas que se dibujaban en sus rostros hablaban por sí solas, expresando el éxtasis y la complicidad compartida en aquel instante.

– No sé tú, pero yo necesito llegar ya a tu piso– dijo Adrián sonriendo.

– Ya estamos cerca– susurró Ana con voz sensual en su oído.

– Ana... no me hagas esto – contestó Adrián cogiéndola de nuevo de las manos y empezando a caminar de nuevo.

Ana simplemente se giró hacia él, paró la marcha y le dio un beso en la mejilla. Adrián no pudo evitar sonreír y darle un pequeño besito en su nariz.

Cuando llegaron al piso de Ana, ambos se detuvieron frente a la puerta, mirándose el uno al otro con complicidad. A pesar de sus miedos internos, Ana tomó una profunda respiración y decidió dejarse llevar por el momento y confiar en la conexión que habían desarrollado.

Una vez dentro, el ambiente se llenó de una mezcla de excitación y timidez. Ana se sentía nerviosa al saber que pronto estarían íntimamente conectados.

– Bueno, pues ya estamos aquí, bienvenido a mi casa – dijo Ana señalando con ambas manos el salón.

– Vaya, nunca me la hubiera imaginado así, es muy bonita– contestó Adrián abrazándola por la espalda.

– ¿Y cómo te la imaginabas? ¿Qué te pensabas que vivía en un zulo?– dijo Ana riéndose y acariciando los brazos de Adrián, que en esos momentos rodeaban su cuerpo.

– No, no quería decir eso... ¡Joder siempre la cago!– dijo Adrián abrazándola todavía más fuerte, como si temiera que después de su comentario Ana se fuera a separar y a alejar de él.

– No pasa nada Adrián, era broma... Por cierto, ¿quieres algo, una copa, un vaso de agua...?– respondió Ana mientras se giraba para ponerse frente a frente con Adrián.

– Si quiero algo– contestó Adrián mientras le acariciaba la espalda.

– Dime pues qué quieres, que voy a buscarlo– contestó Ana deseando tener lo que ese chico quisiese.

– A ti, así que no hace falta que vayas a buscar nada– dijo Adrián, mientras que bajó sus manos al culo de Ana.