Estamos en esto juntos

Las primeras bajas de la Segunda Guerra

Pansy se sentó inmóvil en la enfermería, mirando el cuerpo de Milllicent Bulstrode tendido en la cama junto a ella. Harry podía ver las huellas de las lágrimas corriendo por sus mejillas. Había una pequeña zona de extraña calma en medio del caótico estruendo que los rodeaba.

La señora Pomfrey probablemente estaría ocupada toda la noche.

El profesor Slughorn estaba allí, al igual que Dumbledore y el auror retirado Watts. Harry estaba bastante seguro de que pronto se les unirían varios más. Había oído que Amelia Bones estaba en camino para supervisar las cosas, no dispuesta a dejar que ningún subordinado arruinara la investigación de lo que había sucedido.

Con suerte, Fudge no se entrometería y arruinaría todo aún más de lo que solía hacerlo.

Pero el enfoque de Harry no estaba en nada de eso en este momento. Recordó cómo Pansy le había dicho que ella y Millie (como los otros Slytherins la llamaban cariñosamente) no eran muy amigas, dijo ella. Sin embargo, a juzgar por su reacción, Millie había significado más para ella de lo que había dicho. Tal vez más de lo que Pansy se había dado cuenta conscientemente.

Afortunadamente, ella fue la única baja permanente entre las chicas de Slytherin.

La cuenta final fue de seis muertos y nueve heridos en el caos de la noche. Eso sin contar a las chicas Carrow; Harry sabía que Hestia necesitaría ayuda médica una vez que llegara a Francia. Flora no había tenido nada demasiado notable, solo un par de rasguños que había visto. Tenía que esperar que ambos estuvieran bien.

Más allá de las heridas físicas, era casi seguro que Hogwarts iba a agotar todo su suministro de brebajes calmantes. Todos allí habían visto la muerte mucho más de cerca y de forma más personal de lo que nadie jamás desearía. Las peores entre ellas habían sido la media docena de niñas que habían sido atadas y que habrían corrido destinos mucho peores si no fuera por las acciones de personas como Millie y Flora que acudieron para rescatarlas. Sorprendentemente, ninguno de ellos había sufrido nada físico más allá de un poco de manoseo y que les arrancaran algunas de sus ropas, pero Harry tenía la sensación de que no sería fácil superar esa noche para ellos.

Todavía podía recordar el terror que había sentido la primera vez que Vernon lo arrojó al armario, su cabeza rebotando contra la pared cuando tenía cuatro años. Había llorado durante horas lo más silenciosamente posible después de que su horrible tío lo amenazara con cosas peores si no se callaba. Harry sabía que ser una víctima era malo, pero ese sentimiento de impotencia era aún peor.

De los muchachos involucrados, cinco habían muerto. Había visto que tanto Warrington como Crabbe habían sido marcados con el tatuaje de Riddle. A los demás no había estado lo suficientemente cerca como para decirles, pero si Bones y su gente no hacían su trabajo correctamente, él iría por la enfermería subrepticiamente cortando las mangas de todos.

Tenía su capa en el bolsillo y ya lo estaba considerando.

El equipo de quidditch de Slytherin estaba ahora fuera de la carrera por el año. Harry casi tuvo que reírse cuando pensó en eso, sin importar cuán inapropiado hubiera sido. Después de la brutalidad tanto del último partido como de lo que habían intentado hacer esa noche, no lloraría a ninguno de ellos. Harper, Urquhart y Goyle fueron los únicos supervivientes, ya los dos primeros les faltaban los brazos de las varitas debido a las acciones de Daphne y de él mismo.

Pero nada de eso realmente le importaba en este momento. Pansy lo necesitaría esta noche y ella tenía prioridad sobre todo lo demás.

Al menos ella estaba a salvo. Ella solo había lanzado un hechizo de escudo y un hechizo de invocación para sacar a una de las chicas aún atadas del camino de un hechizo. Harry tampoco había matado a nadie, así que legalmente ambos deberían estar bien, pero hizo que Dobby le entregara un mensaje a Sam por si acaso. Se suponía que su abogado estaría en camino.