𝐒𝐇 || Era 1950 en Corea del Norte cuando Sun-hee fue llevada a un campo de concentración. Allí conoce el amor enamorándose del enemigo, un soldado surcoreano.
Decidí desearte, decidí mirarte, decidí amarte aún cuando sabía cuál sería nuestro final...
"Y me podré despedir de ti una y mil veces más, pero seamos realistas, no sé como irme" Ni siquiera quiero hacerlo.
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—¡Ejecútela! ¡Ejecútela ahora!
Mis manos temblaban a más no poder, sentía mi respiración agitada y mis ojos cristalizarse. Una desesperación que me invadía al verla atada, suplicando con esa tierna mirada que la caracterizaba.
—¡Park Sunghoon, qué estás esperando!, aprieta el puto gatillo. ¡Es una orden!
Lo podía ver en sus ojos, el terror, la decepción. ¿Cómo podría matar a la persona que más he amado en esta maldita vida? Me estaban pidiendo que mate a lo único que me hacía sentir vivo.
Quería salir corriendo de ese lugar, quería cargarla entre mis brazos y llevarla lejos de aquí, perdernos por completo.
—No me hagas dudar de ti, estoy perdiendo la paciencia, Sunghoon. Eres un militar, rinde honores a tu patria y mata a esa perra de una vez por todas.
No podía hacerlo, la primera lágrima se hizo presente en mi rostro. Mi corazón se caía a pedazos, el infierno en vida quemando lo que quedaba de mí, estaba dispuesto a tirar el arma cuando sentí que me la quitaron de mis manos.
—Demasiado tarde, Sunghoon. Este juego tuyo se acaba hoy mismo.
El sonido de la bala al salir o al impactar contra aquel indefenso cuerpo, me quedé inmóvil y me tiré en el pasto desconsolado.
