𝐒𝐇 || Era 1950 en Corea del Norte cuando Sun-hee fue llevada a un campo de concentración. Allí conoce el amor enamorándose del enemigo, un soldado surcoreano.
Decidí desearte, decidí mirarte, decidí amarte aún cuando sabía cuál sería nuestro final...
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Pretendía olvidar, pretendía envolver sus amargos recuerdos y echarlos a un olvido sinfín. Era todo lo opuesto a alguien normal, eso era lo que él me había permitido conocer; aunque, en realidad no conocía nada de aquella persona que se escondía bajo una personalidad y un cargo de alto rango. No, no lo conocía, pero sentía conocerlo desde hace mucho.
Sunghoon para mí—su nombre ya había quedado en mi memoria—era de aquellas personas que conoces sin siquiera hablar, aquellas con las que te sientes identificado, sea por algún pasado o una experiencia en común. Era de las personas con las que sentías que podrías hablar por horas y no aburrirte nunca. Y quizá estaba exagerando un poco—o mucho—puesto que nunca había tenido una conversación extensa con él, pero yo lo sentía así.
Sentí la necesidad de observarlo, observar cada una de sus acciones y analizar cada parte de él. Sentí la necesidad de descubrir lo que había más allá de un uniforme, de adentrarme a conocer un poco de su mundo y de aquella actitud desagradable. Y, quizá era una completa tarada por creer que él me lo iba a permitir, quizá estaba deseando conocer algo prohibido, algo que traería repercusiones en un futuro. Pero en estos momentos poco me importaba pensar en consecuencias y difíciles decisiones.
Me convencí que el querer conocerlo solo era estrategia de mi mente. Mi mente tratando de mantenerse ocupada para evitar caer en un colapso mental. Sí, eso debía ser. Quizá quería mantenerse ocupada para no pensar en todas las desgraciadas y pérdidas; eso explicaba mi curiosidad ante él. Aunque, aquello no explicaba el sentimiento de angustia que sentí cuando su cuerpo comenzó a sangrar, sentí mi corazón doler levemente. Me compadecí al verlo.
Pero, pensándolo mejor, era obvio sentir preocupación por una persona. Lo que no era normal era haber tenido una oportunidad de escape y haberla desaprovechado por intentar ayudar a alguien, alguien quién se supone debería ser tu mayor enemigo. Pero no lo hice, no escapé.
Quise quedarme, esa fue mi elección.
Quizá, sólo quizá, él me permitiría conocerlo más allá, y no hablaba de un sentido romántico, sino de uno real.
Quizá él si me permitiría conocer lo que había debajo de lo superficial, lo que se escondía bajo unos ojos hermosos color café y una sonrisa casi perfecta.
Quizá era preocupación.
Quizá era curiosidad.
Quizá era química.
No lo sabía aún.
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