Capitulo 3

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Viernes~

—Gracias Madara-san por traerme— Anaya le hizo una reverencia, sonriéndole luego.

—Vendré por usted señorita Anaya, no dude en llamarme si algo sucede.

—Sí, gracias. Se giró, entrando más relajada al ver que recién comenzaban a llegar los estudiantes.

Camino por los pasillos hasta llegar a su sala y tomar el asiento de atrás, sorprendiéndose de que el mayor ya se encontraba allí.

Dejo sus cosas con cuidado, pasando al lado de la ventana. Hanma se incorporó, llevando el cabello hacia abajo.

Anaya se sonrojó al verlo con aquel peinado, prefiriéndolo de esa manera, pero también se preocupó por sus heridas.

—¿Qué te ha pasado? - Se acercó un poco a él— Traeré un botiquín de la enfermería.

—No es necesario, está bien.

—No, no las podemos dejar así, vuelvo enseguida.

Hanma suspiro, viendo como la menor salió del salón con prisa.

Se hizo hacia atrás, observando como los demás comenzaban a llegar, fijándose en el grupo de Izanami, Yume y Azumi las cuales dejaron sus cosas y salieron de la clase.

Hanma negó con la cabeza, echándose de nuevo en la mesa con pereza.

*_*_*_*

Anaya tomo prestado el botiquín de la enfermería del tercer piso, agradeciéndole a la enfermera por su amabilidad.

Salió de la enfermería, dirigiéndose a la escalera para bajar, siendo abordada por Izanami y las demás.

—¡Buenos días! Tonta-san— Canturreo Yume, mirándola fijamente— ¿Herida? Anaya se hizo hacia atrás, apretando el botiquín contra su pecho.

—¿Eres muda acaso? Contesta— Izanami le dio un manotazo en el brazo, haciéndola para otras.

—Déjenme pasar, por favor— Hablo en un hilo de voz, agachando su mirada.

—No veo ninguna herida visible en ti, pero te podremos ayudar con eso— Azumi sonrió de lado— Pero te dejaremos pasar— Se hizo a un lado, dejándole la escalera libre.

Izanami y Yume se quedaron atrás y Anaya avanzo, bajando el primer escalón.

Azumi sonrió con arrogancia, levantando su pie para darle una fuerte patada en la espalda.

Anaya sintió el dolor, cerrando los ojos al ser empujada escaleras abajo, esperando el impacto.

Sus brazos fueron sujetados con fuerza, golpeando su rostro con el pecho de alguien, abriendo los ojos con cuidado para ver a Hanma allí, quien la había sujetado de darse un fuerte golpe.

—Hanma— Susurro, bajando su mirada mientras él la pegaba a su pecho.

—¿Eres imbécil o qué? - Hanma escupió las palabras con odio, mirando a la rubia, a Azumi.

—¿Perdón? ¿Cómo me llamaste? —Dijo la rubia ofendida.

—No juegues a ser la matona de este lugar porque no te queda— La miro serio— En la correccional, la gente, como tú, es mera basura la cual limpiar.

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